(con Francisco González Luque)
Publicado el 4 de Junio de 2009 en Diario de Cádiz.
El intercambio de obras artísticas entre España y sus dominios americanos fue una constante durante la Edad Moderna. Desde nuestro país se exportarán al Nuevo Mundo esculturas y hasta retablos completos. Pero no fue menos importante la llegada desde las Indias de diferentes piezas, entre las cuales sobresaldrán las de platería. En concreto, El Puerto de Santa María no fue ajeno a este fenómeno debido a su gran vinculación con América, con la que mantuvo documentadas relaciones comerciales de manera intensa y continuada entre los siglos XVI y XVIII. Un destacado testimonio de ello es el altar de la capilla del Sagrario de la Prioral, de origen mexicano. Pero en esta ocasión queremos detenernos en otra pieza de probable procedencia americana, el Cristo titular de la Hermandad de los Afligidos, que proponemos como posible obra de un escultor activo en Guatemala en el siglo XVII: Mateo de Zúñiga.
Ya fue publicada parte de la documentación del siglo XVII que alude a la importancia de la Orden Tercera y la presencia de Jesús de los Afligidos en el convento de San Francisco de El Puerto (referencias en testamentos y otros documentos, epigrama latino de fines del s. XVII, etc.). También sabemos que la Hermandad de la venerable Orden Tercera de San Francisco de la Observancia y Jesús tuvo capilla propia en el último cuarto de esa centuria presidida por dicha talla, con la que organizaban un viacrucis. Uno de los grandes benefactores del convento y ministro de dicha Orden seglar era D.Tomás Antonio de la Cerda y Aragón, Marqués de la Laguna (1638-1692), gracias al cual esta institución cobraría progresivo arraigo en la ciudad. Su poder, relevancia social, circunstancias familiares (hermano del Duque de Medinaceli D. Juan Francisco de la Cerda y marido de la condesa de Paredes), elevados ingresos y excelentes relaciones con la jerarquía eclesiástica contribuyeron a posibilitar donaciones a iglesias, conventos o capillas, como es el caso que nos interesa resaltar. Tan ilustre personaje, además de ser Capitán General del ejército y costas de Andalucía y del Mar Océano ocupó el cargo de virrey de Nueva España entre 1680 y 1686, sucediendo a fray Payo Enríquez de Ribera (virrey entre 1673 y 1680), anteriormente obispo de Guatemala (1657-1667) y después arzobispo de Nueva España (1668-1680). D. Tomás de la Cerda regresa a El Puerto procedente de Mexico en 1688 para hacerse cargo de la Capitanía General a la muerte de su suegro (Duque de Guastalla) y del Ducado de Medinaceli al suceder a su hermano.
El Reino de Guatemala, también conocido como Capitanía General de Guatemala, pertenecía al virreinato de Nueva España y fue diócesis sufragánea de ésta entre 1546 y 1746, fecha en la que se convertiría en archidiócesis. Fue uno de los principales centros de producción escultórica de toda Hispanoamérica durante este periodo, llegando su fama más allá de sus fronteras. De hecho, consta el gran aprecio que se tuvo por estos años de la escultura hecha en Guatemala en el propio México, donde aún hoy se conservan un buen número de tallas guatemaltecas.
A mediados del siglo XVII destacará la figura de Mateo de Zúñiga. Activo desde 1640 hasta 1687, fecha de su muerte, dirigió un importante taller de donde salieron significativos trabajos. Pero su más obra conocida es la imagen de Jesús Nazareno de la Merced, un Cristo con la cruz a cuestas que realizó en 1654. Encargada bajo el beneplácito de fray Payo Enríquez de Ribera, es la única imagen procesional de esta época que se halla documentada en Guatemala. En este sentido, de ella conocemos incluso el nombre de su policromador, José de la Cerda. Es, además, una de las tallas más representativas del barroco nacional, gozando igualmente de una gran devoción desde fechas muy tempranas. Ello demuestra el éxito alcanzado por su autor, quien indudablemente debió de recibir diversos encargos para repetir el mismo modelo. En la propia capital guatemalteca encontramos otro Nazareno bajo la advocación 'del Rescate', venerado en la iglesia de Santa Teresa, que ha sido atribuido a Zúñiga por sus evidentes afinidades con el Cristo mercedario.
Otro ejemplo sería el que ahora presentamos de la imagen de Jesús de los Afligidos de El Puerto. Comparándolo con Jesús de la Merced, comprobamos que ambas son imágenes de vestir con brazos articulados, en las que la talla se reduce a cabeza, parte del tronco, manos y pies, y de dimensiones similares (Afligidos mide 165 cms., poco más que la altura del Nazareno guatemalteco, 160 cms.). La cabeza se inclina y ladea hacia abajo y su derecha para dejar espacio a la cruz apoyada en su hombro izquierdo. El cráneo es liso, sin tallar, concebido para ser cubierto con cabellera de pelo natural. Las facciones son muy similares. Resultan significativos los pliegues cutáneos en el fruncido entrecejo y los surcos nasogenianos. Particular también es la barba, interrumpida a la altura de la oreja, levemente bífida y de marcado acabado triangular. El relieve de la misma es menudo, si bien el bigote, muy singular, adquiere una configuración más sintética, a base de largos y sinuosos golpes de gubia. Por último, cabe destacar que ambos nazarenos conservan unas manos de gran parecido, delgadas, con tendones, huesos y venas muy marcados y dedos afilados y largos (curiosos por idénticos, también, los meñiques de la mano izquierda, separados del resto y arqueados).
Hasta ahora no nos atrevíamos a catalogar esta imagen atendiendo a fecha y autor concretos, limitándonos a comentar que debía tratarse de una talla que, por razones históricas se encargaría en la segunda mitad del siglo XVII. Tampoco sabíamos relacionarla con alguno de los muchos y buenos escultores andaluces, italianos o levantinos que trabajaron para la zona gaditana desde esa centuria porque no responde a rasgos físicos y tratamiento estilístico relacionados con los ideales estéticos de esas escuelas. Creemos que sí estamos en condiciones de afirmar que Jesús de los Afligidos debe ser anterior a 1687, fecha de la muerte de Mateo de Zúñiga, a quien atribuimos este portuense por similitudes morfológicas y estilísticas además de las razones históricas. Es más que probable que D. Tomás de la Cerda tuviera conocimiento a su llegada a Nueva España de la devoción mantenida en toda Centroamérica a esa imagen (llevaba tallada casi treinta años cuando llegó a ese virreinato), quizá a través de ese obispo-arzobispo-virrey a quien sucede en el cargo. Seguramente quedaría impresionado con su calidad y unción religiosa y decidiera encargar otra imagen similar a dicho escultor, fallecido un año antes de su regreso a El Puerto. Seguramente vendría con ella en 1688 y la donase entonces a la Orden Tercera de San Francisco. Esta es la conclusión a la que hemos llegado tras una reciente investigación que prometemos continuar en un futuro próximo profundizando en detalles más concretos.
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