Publicado en Diario de Jerez el 11 de Abril de 2006.
Existen repartidas por diferentes iglesias jerezanas y portuenses, principalmente, un excelente grupo de imágenes, datables entre finales del siglo XVII y el primer cuarto del XVIII, que por su gran afinidad estilística pueden ser adjudicadas a una misma mano. Nos referimos a: la Virgen del Mayor Dolor, el grupo de la Piedad (1712) y las imágenes titulares del Desconsuelo (1713-1714), de sus respectivas cofradías homónimas jerezanas, el San Ignacio de la Parroquia de Madre de Dios y la Virgen de la Luz de la de San Marcos (procedentes ambas de la antigua iglesia de la Compañía), el relieve de la Anunciación de la iglesia San Francisco y en Santo Domingo la imaginería de los retablos mayor (finales del XVII-principios del XVIII) y de la Orden Tercera, todas ellas en Jerez, así como en El Puerto la imagen cristífera de la cofradía del Nazareno (1702), la Virgen del Mayor Dolor y el apóstol San Juan de la de la Veracruz y, en la Iglesia Prioral, la escultura del retablo de Ánimas (que se estaba realizando en 1686) y las pequeñas tallas de Santa Ana y Santa Isabel del de la capilla del Santo Entierro.
Todas ellas comparten una serie de rasgos, especialmente perceptibles en sus rostros ovales, enjutos de marcados pómulos y angulosos perfiles en el caso de las figuras masculinas, de nariz larga y ligeramente encorvada, labios carnosos y de perfilado dibujo y barbilla pequeña y redondeada. Son igualmente característicos el abocetado y dinámico tratamiento del cabello, de clara inspiración roldanesca, los esbeltos cuellos de tensa anatomía y las manos de cuidado modelado y conseguida expresividad.
El estudio aislado de estas interesantes tallas ha dado lugar a las más variopintas atribuciones. En los últimos años, sin embargo, se ha tendido por parte de diferentes autores a situarlas en común y relacionarlas con el foco escultórico del Jerez de la primera mitad del XVIII, donde confluyen las huellas del estilo de José de Arce y Pedro Roldán. Un aspecto palpable en la obra del más conocido e importante escultor jerezano de aquellos años, Francisco Camacho de Mendoza (c. 1683-1757), autor con el que se ha llegado a relacionar algunas de estas obras.
En un reciente artículo hemos defendido la posible relación de estas imágenes con algún miembro, afincado en la zona, del círculo roldanesco, un temprano seguidor formado quizás en el propio taller de Pedro Roldán. Creemos que ciertos detalles formales y evidentes incoherencias cronológicas permiten descartar la autoría de Camacho sobre ellas. Estaríamos hablando de un escultor muy activo en Jerez y su entorno entre las fechas de 1686 y 1714. Esta amplia y constante producción obliga a pensar en un artista residente en la comarca durante este periodo pero, ¿quién pudo ser este oscuro imaginero?
Por cuestiones temporales y formales, a pesar de las acusadas afinidades, la identificación con algunos de los miembros conocidos de la familia Roldán resulta complicada. Durante esta época sí tenemos noticia de la presencia en la vecina Sanlúcar del interesante escultor holandés Peter Rellingh (1667-1728), pero aún mostrando igualmente una innegable relación con los modelos impuestos por Arce y Roldán en la zona, su estilo ofrece claras diferencias con el citado grupo de imágenes.
¿Acaso existió en nuestro entorno algún otro imaginero que pudiera haber sido el autor de estas obras? La posible respuesta la hallamos en la cercana localidad de Lebrija.
En las cabeceras de las naves laterales de la iglesia parroquial de Santa María de la Oliva, en sendos retablos de similar diseño y realizados durante unos mismos años y por parte de una misma hermandad, la cofradía de los Santos, encontramos un conjunto de esculturas de gran afinidad con las imágenes aludidas líneas atrás. Se trata de un grupo de Santa Ana enseñando a leer a la Virgen Niña (retablo de la nave de la epístola) y unas tallas de Santiago, San Isidoro y San Benito (retablo de la nave del evangelio). Por fortuna, se encuentran fechadas entre los años de 1694 y 1695 y en el caso de la Santa Ana y la Virgen, que muestra en la santa innegables conexiones con su homónima de la Prioral y en la figura infantil acusadas similitudes con las representaciones marianas arriba señaladas, conocemos su autor. Se trata de Ignacio López, un casi desconocido imaginero vecino de El Puerto.
Al margen de esta poco conocida noticia, publicada por José Bellido Ahumada en 1945, ya 10 años antes el historiador portuense Sancho de Sopranis aportó algunos escasos datos sobre su vida y obra al hacer referencia a cierta declaración de su viuda, Francisca Rendón, sobre la ejecución por parte de su esposo de la imagen titular de la cofradía del Apóstol Santiago de los Canteros de El Puerto de Santa María, tallada algunos años antes del saqueo angloholandés (1702), durante el cual fue, por desgracia, destruida.
Nuestras investigaciones, que siguen en curso y que se materializarán de forma más completa en un próximo artículo, nos han aportado nueva información sobre detalles vitales de gran interés. De esta forma, sabemos que el 8 de junio de 1681 se casó en El Puerto con la portuense Tomasa Francisca Rendón, declarándose natural de Sevilla e hijo de Jerónimo López y María Barba. Igualmente sabemos que fue enterrado el 13 de Diciembre de 1718, curiosamente, en la capilla de las Ánimas de la iglesia Prioral.
Como vemos, su origen sevillano afianza aún más nuestra inicial hipótesis sobre un posible aprendizaje artístico en torno al taller de Pedro Roldán y el periodo cronológico de su documentada presencia portuense (1681-1718) parece encajar dentro del marco temporal que antes señalamos.
Nos encontraríamos, de este modo, con uno de los escultores más sobresalientes del barroco en la comarca, a pesar de que las distintas fuentes documentales y bibliográficas hayan mantenido, hasta ahora, el casi más absoluto de los silencios sobre él. Sirvan, por ello, estas líneas para reivindicar su atractiva figura y para crear nuevas vías de estudio sobre el aún oscuro círculo escultórico comarcal del setecientos, originado a finales del siglo anterior con la llegada de artistas de evidente formación sevillana, caso de Ignacio López, del propio Peter Rellingh o de los escultores y retablistas, también hispalenses, Francisco Antonio de Soto y Juan de Santa María Navarro. Un círculo artístico en cuyo seno surgiría precisamente la personalidad del más notable imaginero nacido en nuestra ciudad, Francisco Camacho de Mendoza.
José Manuel Moreno Arana.
FUENTES DOCUMENTALES Y BIBLIOGRÁFICAS:
- Archivo de la Parroquia Mayor Prioral de Ntra. Sra. de los Milagros de El Puerto de Santa María, Libro de Casamientos n° 27, f. 53.
- Archivo de la Parroquia M. P. de N. S. de los Milagros de El Puerto de Sta. María, Libro de Entierros n° 6, f. 118.
BELLIDO AHUMADA, José: La Patria de Nebrija, Madrid, 1945 (segunda edición: Sevilla, 1985, págs. 202 y 204).
GONZÁLEZ LUQUE, Francisco: Imaginería en las hermandades de penitencia de El Puerto de Santa María. El Puerto, 2004, págs. 154-155.
MORENO ARANA, José Manuel: “Aproximación al imaginero Diego Roldán Serrallonga” en Jerez en Semana Santa, n° 10, págs. 349-350.
SANCHO DE SOPRANIS, Hipólito: “Papeletas para una serie de artistas regionales”, en Guión, n° 19, Jerez de la Fra., 1935, págs. 18-19.
- Historia del Puerto de Santa María. Cádiz, 1943, pág. 360-361 y 373.
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