Publicado en:
PÉREZ GONZÁLEZ, Silvia María y BAREA RODRÍGUEZ, Manuel Antonio (eds.): Entre zambombas, belenes y pestiños. Jerez en Navidad. Asociación Jerezana de Amigos del Archivo. Jerez de la Frontera, 2020, pp. 29-41, ISBN 978-84-948336-7-0.
Este artículo
busca hacer un repaso por las obras escultóricas de los siglos XVII y XVIII que
representan el Nacimiento y la Infancia de Cristo y se conservan en Jerez de la
Frontera. Teniendo en cuenta las características de este libro, sólo podemos presentar
una apretada síntesis, un primer acercamiento, limitación que no nos ha
impedido hacer algunas aportaciones.
Por las siguientes
líneas desfilarán algunos de los principales nombres del arte barroco jerezano pero
también ciertas piezas llegadas desde otros focos artísticos, especialmente el
sevillano. Todo ello se ha dividido en tres apartados en los que hablaremos de
escenas escultóricas en relieve y de esculturas de bulto redondo del Niño Jesús,
concebidas tanto en relación con la figura de su Madre, como de manera independiente.
1.
Escenas
escultóricas.
En la iglesia de
San Miguel y en la Catedral tenemos varios conjuntos de relieves barrocos con
escenas relativas al Nacimiento y la Infancia de Cristo. Muestran una gran
disparidad en cuanto a cronología, tamaño, materiales y calidad, lo que permite
comparar unos mismos temas desde enfoques diferentes pero, a la vez, también
establecer algunas coincidencias.
Figura 1 |
Indudablemente,
el más importante de todos estos conjuntos es el incluido en el retablo mayor
de San Miguel. Nos referimos a los que aparecen en las calles laterales con las
escenas de “Adoración de los
Pastores” (Figura 1), “Adoración de
los Reyes” y “Circuncisión”. Aunque la historia de este retablo comenzó
a principios del siglo XVII, estos pormenores escultóricos se hacen entre 1641
y 1649, una vez traspasada la obra de Juan Martínez Montañés al flamenco José
de Arce[1]. En
contraste con los de Montañés, ubicados en la calle central, resulta elocuente en
ellos la ruptura que supuso la llegada de Arce al ámbito sevillano, perceptible
en la elección de composiciones más movidas y efectistas, frente a la claridad
y simetría clásicas montañesinas. Asimismo, es evidente el impacto de fuentes grabadas, con una hábil
combinación de estampas que remiten a la vez al manierismo italiano, a través
de grabados de Cornelis Cort, y al barroco flamenco, a partir de modelos de
Rubens o Gerard Seghers[2].
En algún que otro detalle, algunos autores han visto también ciertos
paralelismos con la sobresaliente serie de pinturas que con los mismos temas
que en San Miguel crea Zurbarán para el desaparecido retablo mayor de la Cartuja
de Jerez. Cabe recordar que este importante retablo cartujano fue realizado
sólo unos años antes y en él precisamente Arce colabora haciendo el apartado
escultórico, por lo que, más allá de una hipotética coincidencia en el empleo
de idénticas fuentes, no puede descartarse en absoluto el impacto del pintor sobre
el escultor[3].
Ya en la actual
Catedral nuestra atención se detiene en la fachada principal y en la antigua
sillería de coro. En el primer caso, está documentada la intervención del
escultor José Camacho de Mendoza entre 1737 y 1739. En concreto, los relieves
de las portadas laterales, dedicados al “Nacimiento” y a la “Epifanía”, son
contratados por este artista en el año 1737[4].
Con todo, resulta evidente que, aunque en la documentación sólo se mencione a
Camacho de Mendoza, bajo su dirección debieron de trabajar otros escultores
pues en todo el conjunto de la fachada se distingue la intervención de varias
manos. Precisamente las zonas menos refinadas corresponden con ambas portadas,
contrastando con la mayor calidad del resto, que además conectan mucho más con
lenguaje formal de la familia Camacho de Mendoza. La ingenuidad compositiva y de ejecución los
acercan a la obra en madera del obrador de Diego Roldán, director de otro de
los talleres de escultura más activos en este momento en Jerez[5].
Por eso pensamos que detrás de ellos podría estar Roldán o alguien de su
entorno. Por otro lado, hay que resaltar en estos relieves ciertos detalles
técnicos muy peculiares que es posible ver aún pese al deterioro de la piedra,
como el empleo de ojos de cristal o pasta vítrea y los restos de policromía que
quedan en el relieve del “Nacimiento” o “Adoración de los Pastores”[6]. En
este sentido, la documentación aclara que Diego Camacho de Mendoza, dorador
hermano de José, llevó a cabo “la pintura
de los santos”, algo que explica que toda la fachada se concibiera como un
gran retablo en piedra.
En cuanto a su
composición, se ha puesto en relación con las de las escenas correspondientes
del retablo de San Miguel[7],
algo que parece más probable para la “Epifanía” o “Adoración de los Reyes”,
donde de manera simplificada y modesta se imita la misma disposición de las
figuras de la Sagrada Familia y los Magos.
Figura 2 |
La sillería
catedralicia, hoy mutilada y retirada de su ubicación original, ofrece mayor atractivo
artístico. Fue tallada por el genovés Jacome Vacaro en 1778, siendo una de sus
mejores y más delicadas obras[8].
Los relieves de los respaldos recogen pasajes de la vida de la Virgen y de
Cristo, serie que quedó inacabada, por desgracia. En relación a la temática que
nos interesa, encontramos la “Adoración de los Pastores” (Figura 2), la “Epifanía” y la “Huida a Egipto”. Vemos soluciones
compositivas similares a las vistas en las portadas exteriores del mismo
templo, aunque con una mayor soltura y dinamismo, y con la dificultad añadida
de tener que incluir las escenas dentro de marcos moldurados mixtilíneos. La
figura de la pastora con el cesto en la cabeza que vemos en el primer relieve
remite tanto a la portada del Nacimiento como al retablo de San Miguel, así
como a ciertas fuentes grabadas a partir de composiciones de Rubens, como una
estampa de este tema grabada por Lucas Vorsterman.
Figura 3 |
Finalmente, hay que referirse a otro relieve
pétreo de la “Adoración de los Pastores” (Figura
3) y que hoy se halla en el Palacio Bertemati,
actual sede del Obispado de Asidonia-Jerez. También procede de la Catedral. Un
inventario de 1908 lo sitúa en el “Salón de los Señores Capitulares” de la
entonces Colegial[9].
Con posterioridad tenemos noticia de que estuvo colocado en el Patio de los Naranjos
del mismo edificio.
Es una obra de
cierto interés que ha pasado desapercibida hasta ahora. En ella la Sagrada
Familia está acompañada de un ángel y dos pastores. Es notorio el contraste entre
la rudeza física de estos últimos y la estilización de las otras figuras. Para
la Virgen, arrodillada y con los brazos cruzados sobre el pecho en actitud de
adoración al Niño, posiblemente su autor haya utilizado la misma estampa que
eligió Arce en San Miguel, una de Schelte A. Bolswert sobre composición de
Rubens.
En cuanto a su
autoría, la comparación de diferentes pormenores con la referida sillería
catedralicia nos lleva a atribuir esta pieza a Jacome Vacaro. Así lo probaría
la cabeza de María, estrechamente vinculada con las figuras marianas de los
citados relieves del coro catedralicio, el San José, muy próximo a Cristo en “La
Curación de la Hemorroisa”, o el idéntico tipo de botas que llevan los pastores
en ambos conjuntos. Recordemos que de Vacaro poseemos diversos trabajos
documentados y atribuidos en piedra, algunos de ellos en la propia iglesia
mayor jerezana[10].
2.
María
y el Niño Jesús.
Estamos
ante un tema muy amplio. En esta breve síntesis sólo vamos a detenernos en dos
representaciones marianas que merecen ser citadas por su calidad, singularidad
y por estar relacionadas estrechamente con el Nacimiento de Cristo: las
Vírgenes de Belén de la Catedral y de la Luz de San Marcos.
Figura 4 |
Empezando por la Virgen de Belén (Figura 4), hay que decir que procede y
fue titular del convento desaparecido de mercedarios descalzos de Belén. La
fundación de este acontece en 1645. Sólo tres años después, en 1648, hay
noticia de la existencia de la imagen pues se hace una petición de sitio al Cabildo
de la ciudad para poder ampliar la cabecera de la iglesia y así colocar la nueva
titular en el altar mayor[11].
Que la talla sería la misma que ha llegado a nosotros lo parece demostrar un
grabado que damos a conocer en este artículo y que hay que fechar en torno al
tercer tercio del siglo XVII pues está firmado por Diego de Castro y por Juan
Felipe Jansen, este último, grabador flamenco activo en Sevilla entre 1665 y
1679[12]. En
cualquier caso, el asunto de la autoría de la escultura sigue estando abierto.
Hasta ahora, la única atribución existente es al escultor Alfonso Martínez, seguidor
de José de Arce[13],
teoría que ciertamente puede justificarse desde el punto de vista cronológico.
Es un conjunto
dotado de una gran monumentalidad. Se representa a María, sentada en un sillón,
cambiando los pañales a Cristo, que aparece tendido en su regazo. El tema, en
apariencia, anecdótico o trivial, está tratado con gravedad. De hecho, el
semblante serio, distante, de la Madre nos lleva a comprender que en realidad
estamos ante una prefiguración del tema de la Piedad, en el que María recibe el
cuerpo de su Hijo muerto en el Calvario. Sin duda, el modelo que se exigió al
escultor para su ejecución fue el de la Virgen de Belén de la parroquia de San
Cecilio de Granada, obra de Alonso de Mena (1616), hecha originalmente para un
convento de la misma orden de los mercedarios descalzos[14]. A
su vez, la talla jerezana quizás pudo influir en la imagen titular del convento
sevillano de Santa María de Jesús, que parece posterior y se atribuye a Luisa
Roldán[15], escultura
con la que comparte muchos detalles.
El sintético
modelado de los cabellos está en una línea no muy distante de la órbita de José
de Arce. La composición, tal vez por el modelo impuesto, resulta, sin embargo, algo
rígida y arcaica. Sólo está animada por la naturalista figura del Niño Jesús,
de cuidado estudio anatómico. En la segunda mitad del siglo XVIII fue
repolicromada, aplicándosele un rico estofado con motivos en relieve o
cincelados y colocándosele ojos de cristal, que en el caso de María pensamos
que debió de alterar en parte la fisonomía original del rostro.
Respecto
a la Virgen de la Luz de la parroquia de San Marcos, fue realizada
originalmente para la iglesia de Santa Ana de los Mártires, del Colegio de la
Compañía de Jesús. Allí fue titular de una congregación laica formada por
mujeres que terminó siendo suprimida tras la expulsión de los jesuitas de 1767.
La actividad de esta confraternidad está documentada entre 1674 y 1759. No
obstante, la imagen la situamos en torno a la segunda década del siglo XVIII y
dentro de la producción de Ignacio López, escultor hispalense asentado en El
Puerto de Santa María por esos años y que pudo recibir gran cantidad de encargos
desde Jerez[16].
La Virgen aparece
portando al Niño Jesús, tendido sobre sus brazos. Muestra una decidida actitud de
caminar y de ofrecer a su Hijo. Éste manifiesta abiertamente la intención de
fundirse en un abrazo con el espectador. Esta peculiar iconografía estaría
inspirada en la escena de la Presentación de Jesús en el Templo. En el momento
en el que Simeón toma en brazos a Jesús y lo califica de “luz para iluminar a los gentiles” (Lucas 2, 30-32). No puede
olvidarse tampoco que la Virgen de la Luz es venerada en algunos sitios como
protectora de las embarazadas, hecho que cuadra con la iconografía representada
y con el carácter femenino de la congregación.
La obra destaca
por su mezcla de delicadeza y teatral movimiento gracias a las diagonales que
describe la sutil figura del Niño y los agitados y etéreos pliegues del manto
de la Virgen[17].
3.
El
Niño Jesús como tema propio.
El Niño Jesús
como tema independiente estuvo fuertemente arraigado durante el Barroco. Muy
especialmente, se trata de pequeñas piezas destinadas con frecuencia al culto
privado, tanto doméstico, como conventual. Ese concepto de espiritualidad
íntima, alejada del ámbito de lo público, hace que aún hoy muchas de estas
esculturas sean poco o nada conocidas, lo que dificulta mucho su conocimiento y
estudio[18].
Figura 5 |
En las
dependencias conventuales de Santo Domingo se conservan varias de estas piezas.
La más interesante de todas ellas es una de claro origen sevillano (Figura 5) y que sigue el modelo de “Niño
Triunfante” creado por Juan Martínez Montañés con la célebre talla que hace
para la hermandad sacramental de la iglesia del Sagrario de Sevilla. Un modelo
que fue difundido a lo largo de la primera mitad del siglo XVII a través de
vaciados en plomo y peltre[19].
Esta obra ha sido estudiada recientemente en su tesis sobre “El Niño Jesús de
plomo en la imaginería sevillana” por Avedaño Esquivel, quien ha destacado su
estrecha relación con otra imagen de esta iconografía existente en la iglesia
de San Miguel y San Julián de Valladolid[20].
Por nuestra parte, opinamos que tal vez haya que relacionarla más con el
entorno o taller de uno de los principales seguidores de Montañés, Juan de
Mesa, por su analogía con otras figuras asignadas a este artista, como son los
Niños Jesús conservados en el Museo de Bellas Artes de Córdoba y en el convento
del Corpus Christi de Granada[21]. La
actitud de bendecir de Jesús le da un aire solemne, remarcado por el clásico contrapposto que describen las piernas.
La cabeza posee los rasgos típicos del círculo montañesino, caso de los ojos
almendrados y la rizada cabellera con el habitual copete central. Conserva su
peana original.
En la parroquia
de San Dionisio encontramos otro
Niño Jesús de idéntica iconografía pero de formas más barrocas: la composición
es más dinámica, el modelado anatómico más suave y el cabello más movido y
abocetado. Se trata de una atribución a José de Arce, cuyo estilo es afín a
esta obra. Forma pareja con un espléndido San Juanito de la misma autoría[22].
Variantes de
este tipo, con muy sutiles diferencias, son el “Niño Jesús Salvador del Mundo”
y el “Niño Jesús Resucitado”. Del primero podemos citar el que se hizo para el
facistol del coro de la antigua Colegial de San Salvador, hoy Catedral, en 1756
y que puede asignarse al taller de la familia Navarro[23].
Presenta al Divino Infante de talla completa, vestido con túnica y manto,
bendiciendo con la mano derecha y portando en la izquierda el orbe coronado por
una Cruz. En cuanto al Niño Resucitado, sabemos que uno se custodiaba en el
manifestador del retablo mayor de la iglesia de San Lucas, dato que sabemos por
inventarios decimonónicos de esta antigua parroquia[24].
Tal vez se hizo en torno a 1759, fecha en el que se rehace y amplia este dispositivo
eucarístico[25].
En la actualidad, la hermandad de las Tres Caídas, a cuyo cargo está este
templo, cuenta con una imagen de Niño Jesús que quizás pueda identificarse con
el mismo. Es obra de esa época y de estética genovesa, como demuestra la talla
del cabello, pormenorizada y acabada en bucles, no muy distante de la producción
de Jacome Vacaro, cuyo trabajo está documentado años después en San Lucas en el
desaparecido monumento del Jueves Santo[26]. En
su mano izquierda debió de portar el banderín de la Resurrección.
También del
siglo XVIII contamos con tallas como las que perduran en la clausura de
conventos femeninos, como el de San José, de franciscanas descalzas. Producto
de las dotes de las monjas al ingresar en estos cenobios, las religiosas
ejercían sobre ellos una peculiar maternidad mística. Entre los conservados en
el referido convento, puede citarse
una pareja de Niños relacionables con la gubia del escultor Juan Bautista
Patrone, artista genovés asentado en Sevilla en las últimas décadas del siglo
XVIII y primeras del XIX y al que también hemos atribuido el Niño de la popular
Virgen del Carmen Coronada[27].
Asimismo, en el mismo convento de San José se encuentra un delicado Niño Pasionario dieciochesco. De expresivo
rostro lloroso, porta en sus gesticulantes manos instrumentos de su futura
Pasión[28].
Este último tema
de la prefiguración de la Pasión de Cristo en su infancia, fomentado por la
Contrarreforma y propagado a través de grabados, tuvo como punto de partida ciertas
revelaciones místicas, como las de Santa Brígida, pero también se fundamentó en
razonamientos teológicos, como los de Santo Tomás de Aquino, que defendió que
Jesús tuvo conocimiento de su padecimiento y muerte desde el primer momento[29].
Un tipo peculiar
dentro de esta vertiente iconográfica será la del Niño dormido sobre la Cruz. Al
parecer inspirado en el Cupido durmiente clásico, de su difusión en el barroco
católico nos habla fray Juan Interián de Ayala en su tratado El pintor christiano y erudito,
afirmando que era “objeto de piadosas
meditaciones”[30].
Figura 6 |
En Jerez se
cuenta con dos ejemplares. El primero de ellos (Figura 6), pertenece a la parroquia de San Miguel, aunque procede
de la colección particular de los Condes de Bustillo[31]. Es
un vaciado de peltre que sigue un modelo que debió de gozar de gran éxito y que
se viene relacionando con el taller o círculo de Juan Martínez Montañés. En
cualquier caso, queremos llamar la atención sobre la estrecha relación de este
modelo con la obra de Jerónimo Hernández, siendo particularmente estrechas las
similitudes con el Niño de la Virgen de la O de Ubrique (1575), tanto en la
robusta anatomía como en la propia cabeza, incluyendo sus rasgos físicos y el tratamiento
del cabello. Esto, pensamos, debería llevar a replantearnos el origen de toda la
serie de imágenes que sigue exactamente la misma composición, como los que se
conservan en el Museo Nacional de Escultura de Valladolid o el del Museo
Catedralicio de Évora, por citar un par de piezas[32]. Con
ellos comparte la peculiar postura y el modelado de la cabeza, aunque el Niño
jerezano adolezca de cierta tosquedad, tal vez debido a intervenciones
posteriores, principalmente burdos repintes. Con la referida serie, vinculada hasta
ahora con Montañés o su entorno, ha sido puesta en relación nuestra imagen por el
citado Avedaño Esquivel[33].
El segundo ejemplar
es un pequeño de marfil, que se ha fechado en el siglo XVIII y catalogado como
filipino, que se conserva en la capilla del Beaterio, actual Colegio de Nuestra
Señora del Rosario. Perteneció a María Antonia de Jesús Tirado (1740-1810),
religiosa fundadora de dicho beaterio y en proceso de beatificación, que se
sabe que tuvo una especial devoción por esta imagen[34].
Aparece revestido como un Nazareno, con peluca de pelo natural, corona y
potencias de metal y túnica morada bordada. Se guarda en el interior de una bella
urna de madera tallada y dorada de finales del siglo XVIII, en la transición del
rococó al neoclasicismo, y que parece un trasunto de las urnas funerarias para
las imágenes de Cristo en el Sepulcro o Santo Entierro, por lo que con ello se
incide en la idea de prefiguración de su Muerte presente en esta iconografía y
en ese concepto tan barroco de unir la cuna y la sepultura.
Figura 7 |
Siguiendo con la
iconografía pasionaria, una pieza
inédita que presentamos en este trabajo es un Niño perteneciente a una
colección particular de la ciudad[35]. Se
trata de una talla de 64 cm. de altura que representa a Jesús erguido
sosteniendo la Cruz con la mano derecha y mostrando un gesto de éxtasis a
través de la mirada elevada y el ademán de la mano contraria, abierta. Obra de
esmerado acabado, sigue igualmente el estilo del genovés Jacome Vacaro,
palpable en los rasgos faciales y en la característica talla del cabello (Figuras 7 y 8).
Figura 8 |
Figura 9 |
Pero el caso más
paradigmático de Niño Pasionario en Jerez fue el del Dulce Nombre de Jesús,
titular de una hermandad de penitencia que salía en procesión cada Jueves Santo
con una imagen del Niño con la Cruz a cuestas. Se trata de una tradición hoy
perdida en Jerez pero que pervive en otras localidades andaluzas, como Arcos de
la Frontera o Marchena. La cofradía del Dulce Nombre
de Jesús fue,
de hecho, una de las hermandades penitenciales más
antiguas de la
ciudad, siendo aprobadas sus reglas en 1555. Hacia
1560 se
estableció en el convento de Santo Domingo, donde construyen una
amplia capilla en el siglo XVII[36].
La actual talla (Figura 9), venerada
por la moderna hermandad de la Oración en el Huerto, fue hecha en 1780
y la hemos
atribuido también a Jacome Vacaro[37]. Pese a su primitiva
función procesional en el ámbito de la Semana Santa, presenta características
propias del “Niño Salvador” o “Resucitado” pues aparece portando el banderín y
el orbe. La cuidada cabeza está en una línea muy cercana estilísticamente a la de
la imagen que hemos comentado en el párrafo anterior.
Para finalizar,
diremos que en la actualidad han llegado pocos testimonios visibles de la
devoción al Nombre de Jesús pese al extraordinario éxito que llegó a alcanzar
en el Jerez barroco, donde su presencia fue más allá de la cofradía dominica y
se extendió por diferentes iglesias. En este sentido, por ejemplo, en 1705 nos
consta que había altares dedicados al Nombre de Jesús en las parroquias de San
Dionisio, San Miguel o Santiago[38].
Asimismo, aún se conserva el que en 1622 levanta el cura Alonso Lobatón en San
Mateo, aunque la primitiva imagen titular, que debe de ser el Niño que hoy
perdura en la antesacristía del mismo templo, fue sustituida por una talla
dieciochesca de San Sebastián ya en el siglo XX[39].
[1] RÍOS MARTÍNEZ, Esperanza de los. José de Arce y la escultura jerezana de su tiempo: 1637-1650. Cádiz: Diputación de Cádiz, 1991, pp. 69-89.
[2] Sobre las fuentes grabadas utilizadas por Arce en estos relieves ver: RÍOS MARTÍNEZ, Esperanza de los. José de Arce, escultor flamenco (Flandes, 1607 - Sevilla, 1666). Sevilla: Secretariado de publicaciones de la Universidad de Sevilla, 2007, pp.65-77. Más recientemente, hay que destacar la revisión que sobre este asunto se hace en: GARCÍA LUQUE, Manuel. “Fuentes grabadas y modelos europeos en la escultura andaluza (1600-1650)”. En GILA MEDINA, Lázaro (coord.). La consolidación del Barroco en la escultura andaluza e hispanoamericana. Granada: Universidad de Granada, 2013, pp. 179-256.
[3] GARCÍA LUQUE, Manuel. “Fuentes grabadas y modelos europeos en la escultura andaluza (1600-1650)”, p. 243.
[4] Este conjunto fue documentado y estudiado en: RÍOS MARTÍNEZ, Esperanza de los. “José de Mendoza, autor de las esculturas de la puerta mayor y colaterales de la catedral de Jerez de la Frontera (1737-1741)”. Archivo Español de Arte, 1999, nº 285, pp. 39-52.
[5] A Diego Roldán lo hemos estudiado en: MORENO ARANA, José Manuel. “Aproximación al imaginero Diego Roldán Serrallonga”. Jerez en Semana Santa, 2006, nº 10, pp. 347-355. MORENO ARANA, José Manuel. “La escultura en el retablo jerezano del siglo XVIII: autores y obras”. Laboratorio de Arte, 2014, nº 26, pp. 226-234.
[6] Ambos detalles aparecen en otros conjuntos escultóricos pétreos de la época, el antiguo retablo de Ánimas de la propia Catedral y la portada interior de la capilla del Sagrario de la parroquia de San Miguel, esta última obra también atribuible a Roldán o su círculo.
[7] RÍOS MARTÍNEZ, Esperanza de los. “José de Mendoza, autor de las esculturas de la puerta mayor”, p. 49.
[8] REPETTO BETES, José Luis. La obra del templo de la Colegial de Jerez de la Frontera. Cádiz: Diputación Provincial de Cádiz, 1978, pp. 248-249. MORENO ARANA, José Manuel. “La impronta Genovesa en la Escultura Jerezana de la Segunda Mitad del Siglo XVIII”. Revista de Historia de Jerez, 2014, nº 16-17, p. 185.
[9] Archivo General del Arzobispado de Sevilla (AGAS), fondo Arzobispal, sección Administración General, serie Inventarios de Parroquias, legajo 14556.
[10] MORENO ARANA, José Manuel. “La impronta Genovesa en la Escultura Jerezana de la Segunda Mitad del Siglo XVIII”, pp. 182-184.
[11] RÍOS MARTÍNEZ, Esperanza de los. José de Arce y la escultura jerezana de su tiempo, p. 107.
[12] Esta cronología sobre Jansen aparece, por ejemplo, en: https://coleccionantoniocorrea.files.wordpress.com/2009/08/54-maqueta-retratos1.pdf [consulta: 05/07/2020]
[13] RÍOS MARTÍNEZ, Esperanza de los. José de Arce y la escultura jerezana de su tiempo, p. 108.
[14] Sobre la Virgen granadina ver, por ejemplo: LÓPEZ-GUADALUPE MUÑOZ, Juan Jesús. “La escultura barroca en Granada. Personalidad de una escuela”. En FERNÁNDEZ PARADAS, Antonio Rafael. Escultura Barroca Española. Nuevas lecturas desde los siglos de oro a la sociedad del conocimiento, volumen II (“Escultura Barroca Andaluza”). Antequera: ExLibric, 2016, pp. 32-33.
[15] La atribución a la Roldana de la talla sevillana en: BERNALES BALLESTEROS, Jorge. Pedro Roldán. Maestro de Escultura (1624-1699). Sevilla: Diputación Provincial de Sevilla, 1973, p. 76.
[16] Sobre este escultor y la atribución de esta imagen: MORENO ARANA, José Manuel. “La difusión del barroquismo sevillano en El Puerto y su entorno: Ignacio López y Alonso de Morales”. Revista de Historia de El Puerto, 2006, nº 37, pp. 47-80.
[17] Un estudio más pormenorizado en: MORENO ARANA, José Manuel. “Virgen de la Luz”. En JIMÉNEZ LÓPEZ DE EGUILETA, Javier E. y POMAR RODIL, Pablo J. (coords.). Limes Fidei. 750 años de cristianismo en Jerez. Jerez de la Fra.: Diócesis de Asidonia-Jerez, 2014, pp. 260-261.
[18] Sobre este tema podemos citar como publicación reciente: RAMOS SOSA, Rafael (coord.). Actas del Coloquio Internacional el Niño Jesús y la Infancia en las artes plásticas, siglo XV al XVIII. Sevilla: Archicofradía del Santísimo Sacramento del Sagrario de la Catedral de Sevilla, 2010.
[19] Sobre este tipo de vaciados ver: MARCOS VILLÁN,
Miguel Ángel. “Modelos compartidos: sobre el uso del plomo en la escultura
barroca española”. En GIL CARAZO, Ana (coord.). «Copia e invención» Modelos, réplicas, series y citas en la escultura
europea. Valladolid: Museo Nacional de Escultura, 2013, pp. 63-86.
[20]
AVEDAÑO ESQUIVEL, Ramón. En este tiempo
con la demasía de cosas vaciadas: El Niño Jesús de plomo en la imaginería
sevillana.
Tesis presentada en la Universidad Nacional Autónoma de México,
2019, p. 155.
[21] Sobre este último ver: MARTÍN GARCÍA, Juan Manuel. “Niño Jesús Bendiciendo”. En GILA MEDINA, Lázaro. «Aquende et allende». Obras singulares de la Navidad en la Granada Moderna (s. XV-XVIII). Granada: Diputación de Granada, 2014, pp.100-102.
[22] RÍOS MARTÍNEZ, Esperanza de los. José de Arce y la escultura jerezana de su tiempo, pp. 105-106.
[23] MORENO ARANA, José Manuel. El Retablo en Jerez de la Frontera durante el siglo XVIII, Sevilla: Secretariado de Publicaciones de la Universidad de Sevilla, 2014, pp. 344-345. Con anterioridad había sido atribuido, creemos que erróneamente, a Jacome Vacaro en: REPETTO BETES, José Luis. La obra del templo de la Colegial de Jerez de la Frontera, p. 251.
[24]AGAS, fondo Arzobispal, sección Administración General, serie Inventarios de Parroquias, legajo 14563.
[25] MORENO ARANA, José Manuel. El Retablo en Jerez de la Frontera durante el siglo XVIII, p. 273.
[26] Ibídem, p. 495.
[27] La atribución de las tres imágenes la hemos recogido en: MORENO ARANA, José Manuel y SÁNCHEZ PEÑA, José Miguel. “El crucificado en la obra del imaginero genovés Juan Bautista Patrone”. En RODA PEÑA, José (coord. y ed.). XX Simposio sobre Hermandades de Sevilla y su provincia. Sevilla: Fundación Cruzcampo, 2019, p. 221.
[28] Aparece en el catálogo de la exposición Fuera del mundo. Patrimonio artístico del Convento de las Descalzas de S. José. Sala Callejón de los Bolos (del 15 de marzo al 3 de abril de 2004). Jerez de la Fra.: Instituto de Cultura de Jerez, 2004, nº 16 del catálogo.
[29] Sobre este tema iconográfico ver, por ejemplo: REQUENA BRAVO DE LAGUNA, José Luis. “Algunas consideraciones iconográficas sobre la prefiguración de la Pasión de Cristo en su Santa Infancia en la pintura barroca andaluza”. En GILA MEDINA, Lázaro. «Aquende et allende», pp. 63-85.
[30] INTERIÁN DE AYALA fray Juan. El pintor christiano y erudito […]. Tomo I. Madrid: Joaquín Ibarra, 1782, pp. 250-251. Esta iconografía es estudiada en: PÉREZ LÓPEZ, Nerea V. “Murillo y los orígenes de la iconografía del Niño Jesús dormido sobre la cruz”. Boletín de Arte, 2015, nº 36, pp. 145-154.
[31] La información sobre su procedencia nos la proporcionó en su día el anterior párroco de San Miguel, D. Ángel Romero Castellano.
[32] PEÑA MARTÍN, Ángel. “Difusión y copia del Niño Jesús dormido sobre la cruz de Martínez Montañés en Iberoamérica”. TRIM: revista de investigación multidisciplinar, 2011, nº 3, pp.75-88.
[33] AVEDAÑO ESQUIVEL, Ramón. En este tiempo con la demasía de cosas vaciadas, p. 174.
[34] CASTRO MORENO, Gonzalo. “Niño Jesús Pasionario”. En JIMÉNEZ LÓPEZ DE EGUILETA, Javier E. y POMAR RODIL, Pablo J. (coords.). Limes Fidei, pp. 278-279.
[35] Damos las gracias a D. Enrique Moraza Molina por la información y fotografías que publicamos aquí de esta escultura.
[36] Sobre esta hermandad ver: REPETTO BETES, José Luis (coord.). La Semana Santa de Jerez y sus cofradías. Tomo I. Jerez de la Fra.: Ayuntamiento de Jerez, 1995, pp. 203-217.
[37] MORENO ARANA, José Manuel. “La impronta Genovesa en la Escultura Jerezana de la Segunda Mitad del Siglo XVIII”, p. 190.
[38] AGAS, fondo Arzobispal, sección Gobierno, serie Visitas, legajo 5170.
[39] MORENO ARANA, José Manuel. “Retablos y esculturas barrocos de la iglesia de San Mateo”, en JIMÉNEZ LÓPEZ DE EGUILETA, Javier E. (editor). La parroquia de San Mateo de Jerez de la Frontera. Historia, arte y arquitectura. Murcia: Universidad de Murcia, 2018, pp. 468-471.
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