Publicado en:
BAREA RODRIGUEZ, M. (ed.): La huella documental de los Ponce de León en Jerez de la Frontera: El
Fondo Doña Pilar Ponce de León y de las Heras X marquesa de Casinas,
Universidad de Huelva, Huelva, 2022, pp. 55-99, ISBN 978-84-18984-89-1.
El
origen de la presencia de la familia Ponce de León en Jerez hay que encuadrarlo
en el conflictivo contexto de las banderías. La división de la aristocracia
local en dos bandos desde el siglo XIV tendrá en la segunda mitad del XV un
capítulo destacado con el apoyo de cada facción, respectivamente, a una de las dos
más importantes casas nobiliarias andaluzas, los Guzmanes y los propios Ponces,
enfrentadas por el control de la zona en un momento de gran debilidad de la
monarquía castellana. De este modo, en 1471 se produce la toma de la ciudad por
Rodrigo Ponce de León, Marqués de Cádiz, que se instala en el Alcázar e incluso
construye la torre que hoy recibe su nombre en este conjunto defensivo[1].
Pese a la pacificación que supuso la visita de los Reyes Católicos a Jerez en
1477, la Casa de Arcos continuó manteniendo su influencia en ella mediante el
enlace de segundones de la estirpe con hijas de destacadas familias jerezanas
que se habían caracterizado por su apoyo al bando de los Ponces. Es así como un
hermano del Marqués de Cádiz, Eutropio Ponce de León, contrae matrimonio con
Catalina de Vera. De éste parten dos de las líneas del linaje en la ciudad, la
de los Ponce de León y Trujillo, que habitarán el palacio de la calle San Blas,
y la que alcanzará ya en el siglo XVIII el título de Marqués del Castillo del
Valle de Sidueña, propietarios de la casa ubicada en la Cruz Vieja. Por otro
lado, se produce la boda de Francisco Ponce de León, nieto del Marqués de Cádiz
y hermano del primer Duque de Arcos, con María de la Cueva, cuyos descendientes
vivirán en el palacio situado frente al convento de Santa María de Gracia[2].
Gracias a una amplia investigación en los fondos Pilar Ponce de León y de Protocolos Notariales del Archivo Municipal de Jerez, este estudio aportará nuevos datos sobre la evolución a lo largo de la Edad Moderna de estos tres inmuebles, que constituyen los testimonios arquitectónicos más sobresalientes que han quedado de la presencia de esta familia en Jerez.
1. La casa de los Ponce de León en la calle San Blas
Esta casa no ha sido hasta ahora objeto
de mucha atención por parte de la historiografía. Salvando las aportaciones documentales
de Aroca Vicenti sobre un aspecto muy particular de su historia, como es la
capilla llamada “San Mateo el Chico”[3],
todo lo que se ha publicado sobre ella son breves aproximaciones de carácter
formal dentro de trabajos de mayor amplitud temática. Así, Sancho de Sopranis le
dedicó algunas líneas en su estudio sobre La
arquitectura jerezana en el siglo XVI de 1963, donde destaca su portada “al
gusto gótico” y su patio con “arcadas renacientes, pero muy primitivas y
vacilantes”, afirmando que no se conocen datos sobre su construcción[4].
En fechas más recientes, en 2004, Pomar Rodil y Mariscal Rodríguez localizan la
portada en el siglo XVI, mientras que consideran su patio fechable en el XVII.
Asimismo, hacen referencia al “balcón esquinero con primorosos trabajos de
forja del siglo XVIII”[5]. Finalmente,
en 2010 Romero Medina y Romero Bejarano sitúan la construcción de la portada “en
torno a 1500” por su estrecha relación con la conservada de la antigua casa de
Francisca de Trujillo en la calle Siete Revueltas[6].
En este trabajo intentaremos reconstruir
la historia del edificio. Para ello, ha sido fundamental identificar a los
sucesivos propietarios del mismo durante el amplio periodo en el que se levanta
y sufre sucesivas reformas y añadidos. De esta manera, además del estudio de diferentes
documentos conservados en los citados fondos del Archivo Municipal de Jerez,
resulta de interés la consulta de la serie de artículos titulados Los Ponce de León de Juan Moreno de
Guerra, publicada entre 1912 y 1913, un trabajo que ha pasado desapercibido por
los diversos autores y que aporta valiosa información sobre las ramas de los
Ponce que habitaron la casa que aquí identificamos con el palacio de la calle
San Blas, lo que nos permitirá además ofrecer el nombre de su más antiguo propietario
conocido, el comendador Pedro de Vera[7].
En el testamento de Pedro Esteban Ponce
de León Torres, propietario del palacio a mediados del Setecientos, éste dejaba
constancia de sus antepasados. Como sus séptimos abuelos por vía paterna,
señala a Eutropio Ponce de León y Marina de Trujillo[8].
Ambos serían los más remotos ascendientes que habitaron la casa.
Eutropio Ponce de León, también llamado
en los documentos como Estropo, era hijo de Juan Ponce de León, segundo Conde
de Arcos y hermano del célebre Rodrigo Ponce de León, Marqués de Cádiz[9]. Al
otorgar testamento en 1510, afirma que a causa de su primer matrimonio con
Catalina de Vera, pasó a poseer la vivienda de su suegro, el comendador Pedro
de Vera. En este sentido, nos dice que tras la muerte de este último, Catalina
heredó “las casas de mi morada que son en la collasión de san Mateos”. Más
adelante afirma también que “confieso que el comendador Pedro de Vera mi suegro
me debía noventa mil maravedís los quales confiesa en su testamento y mandó en él
que yo los ubiese en las dichas casas del dicho de Pedro de Vera de su morada
que son las casas en que yo el dicho don Estropo oy moro”[10].
El origen de este edificio pensamos que hay que situarlo, por tanto, en el último cuarto del siglo XV. Por aquel tiempo habitaba en él el citado Pedro de Vera, apodado “El Bermejo”. Se trata de un personaje que hay que evitar identificar con el Pedro de Vera conquistador y gobernador de Canarias, confusión en la que se llegó a caer en siglos posteriores y que dio pie a un pleito entre los descendientes de uno y otro sobre el patronato de la capilla mayor del convento de Santo Domingo, fundación del gobernador[11]. Sancho de Sopranis se refiere a “El Bermejo” como un personaje relevante dentro de la Jerez del momento[12]. Es por ello que Vera tuvo que construirse una morada a la altura de su status, algo que parece reflejarse en la sobria pero monumental portada de acceso a la misma. En su testamento, fechado el 28 de enero de 1479[13], no se aporta ningún dato sobre la construcción de su casa. No obstante, resulta sugestivo que entre los testigos de la escritura aparezca un “Antón Rodrigues albañí”, identificable con el homónimo maestro que llegaría a ser “alcalde de los alarifes” de la ciudad. Perteneciente a la familia de los Rodríguez, que parece protagonizar la arquitectura jerezana de la segunda mitad del siglo XV, era, de hecho, sobrino de Alfonso Rodríguez, del que se piensa que recibe el citado cargo tras la marcha de éste para dirigir las obras de la Catedral de Sevilla[14]. No parece, por ello, extraño que los Rodríguez estuvieran detrás de construcciones domésticas como esta, aunque por ahora sea arriesgada cualquier atribución al respecto.
1. Portada de la casa de la calle San Blas |
Respecto a la portada (ilustración 1), que sería el único
elemento identificable con esta etapa medieval de la casa, ya se dijo que se ha
puesto en relación con la de la antigua casa de Francisca de Trujillo, sobre la
que se funda el convento de Santa María de Gracia en 1526 y que, a su vez, fue
morada de sus padres, Diego de Trujillo y Catalina Alonso[15].
De igual manera, se observan grandes similitudes con la portada de la llamada
Torre de Riquelme, único resto conservado la antigua casa de Juan Riquel “El
Viejo”, salvando lógicamente las transformaciones renacentistas que se observan
en ella[16].
Situada muy cerca de nuestro edificio, habría que recordar que sus dueños, los
Riquel, fueron también parte destacada del bando de los Ponce en la ciudad, por
lo que la relación entre ambas familias debió de ser estrecha, hasta tal punto
que con posterioridad se establecerán lazos entre ellas, lo que ayudaría a
justificar el empleo de unos mismos arquitectos para sus respectivas viviendas.
En este sentido, y volviendo al testamento de Eutropio Ponce de León, éste nos
cuenta que casó en 1510 a su hijo Francisco con Isabel Riquel, hija de Pedro
Riquel y nieta de Juan Riquel “El Viejo”[17].
Por otro lado, y continuando con la
evolución histórica del palacio, es importante destacar que en su última
voluntad Eutropio Ponce de León deja unas curiosas condiciones sobre la
transmisión de la propiedad a sus hijos. De manera particular, menciona a
Rodrigo, del que dice que, si quisiera quedarse con ella, debería traer “a colasión
e partisión todos los vienes que de mí tiene resevidos con los otros mis hijos
y nietos y herederos e la tome con tal cargo e condisión que las otras lexítimas
partes que con los otros sus hermanos y mis herederos les cupiere de más de las
dichas casas se los pague yendo apresiadas por buenas personas […] y si las
dichas casas no las quisiere las aya qualquiera de los otros mis hijos y
herederos en la forma susodicha”[18].
Aunque la evolución familiar posterior
resulta bastante alambicada, y hasta contradictoria[19], sabemos
que la casa terminará siendo propiedad de la rama de los Ponce de León y
Trujillo. Pero, con anterioridad, los dueños fueron el citado Rodrigo Ponce de
León y su esposa, llamada también Catalina de Vera. Es ésta quien por su
testamento cerrado de 18 de diciembre 1558 funda un vínculo sobre la casa a
favor de uno de los nietos de sus cuñados Constanza Ponce de León y Cristóbal de Trujillo, que terminará recibiendo igualmente el
nombre de Rodrigo Ponce de León. Tras la muerte de esta Catalina de Vera, éste
toma posesión del edificio a través de su padre Juan Ponce de Trujillo el 30 de
diciembre de 1559[20].
Las siguientes noticias, ya en las
últimas décadas del Quinientos, aparecen relacionadas con el pleito por la
posesión de la capilla mayor del convento de Santo Domingo. En el referido
testamento de Catalina de Vera ésta impuso un tributo sobre la casa a favor del monasterio para
reparos de la dicha capilla. En 1586 el heredero del vínculo, el citado Rodrigo
Ponce de León, otorga una escritura en la que, al liberar dicho tributo,
expresa su propiedad sobre el enterramiento de esta capilla. Esto despertó las
suspicacias de los descendientes del gobernador Pedro de Vera, fundador del
patronato de esta capilla, rechazando los derechos de Rodrigo al mismo e iniciando
un pleito contra él en 1593. Con todo, lo que nos interesa de esta
documentación es que en la mencionada escritura de 1586 se llega a decir que “las
dichas cassas del dicho vínculo están maltratadas e casi todas caydas e fechas
solar e por esta causa de muchos años y tiempo a esta parte no se an avitado ni
abitan”[21]. Algo
que puede justificar que del primitivo edificio medieval apenas queden hoy restos,
exceptuando su portada gótica.
Sin embargo, durante las siguientes
décadas la casa estaba habitada por lo que presumiblemente pudieron llevarse a
cabo algunas obras. De este modo, el 17 de abril de 1640 la viuda de Rodrigo
Ponce de León, Elvira Ponce de León, dona la casa a su nieta Ana Ponce de León.
Esta donación de un inmueble vinculado será considerada ilegítima por Juan
Ponce de León y Trujillo, sobrino de Rodrigo, que inició otro pleito en 1651
para defender sus derechos sobre el vínculo de Catalina de Vera y, por
consiguiente, sobre la propiedad del edificio[22]. El
litigio fue continuado por su hijo Francisco Ponce de León y Trujillo, un
personaje que, como veremos, es también clave para la historia de la casa de
los Ponce en la Cruz Vieja, donde figura viviendo en un primer momento con
motivo de su enlace con Leonor Luisa Lorenzo de Fuentes. El testamento de Francisco,
fechado el 19 de julio de 1679, aunque protocolizado tras su muerte en 1688, nos
informa sobre el modo en que finalmente pasó a sus manos la vivienda situada “serca
de la plasa del Mercado”:
“y después la dicha doña Ana Ponce de León
estando este pleito en estado de sentencia tubo por vien de me haser donassión
de dichas cassas y derecho que a ellas thenía desde luego para en fin de sus
días por escriptura ante el dicho Gomes de Truxillo en veinte y seis de agosto
de mil y seissientos y sesenta y uno. Y aunque yo açeté dicha escriptura fue
por evitar el pleito”[23].
En la escritura que
otorga Ana Ponce de León a
favor de Francisco Ponce de León y Trujillo aclaran que la donación se refiere
a “todo el quarto de casas que abitamos que es la puerta principal, casa puerta,
primero y segundo patios, con todos los aposentos salas altas y baxas que están
dentro”, reservándose “abitación y uso
frutto de ellas por todos los días de las vidas” de la otorgante y su esposo,
Andrés de Quirós. Por otro lado, por
parte de Ana Ponce de León se justifica esta cesión “por ser como es mi primo
segundo y por munchas buenas obras resevidas para el socorro de nuestras
necesidades y enfermedades y otras que esperamos resivir”, lo que permite
suponer una precaria situación económica que tal vez se habría dejado sentir en
el propio edificio. De hecho, en el mismo documento se puntualiza que quedaba
otra parte de la casa fuera de esta donación, ya que había sido dada a censo a una
tal Beatriz de Piña[24].
El testamento de
Francisco Ponce de León y Trujillo aporta de igual manera una información de
gran valor para la historia constructiva de la casa al afirmar que:
“después que poseo dichas cassas e
reformado el molino de azeite que havía en ellas y e labrado la mayor parte de
ellas los quales dichos gastos, como labrados y mejorados en cassa vinculada en
que bibieron y an bibido mis antepassados más de dosientos años, queda todo
vinculado”[25].
Por tanto,
habría que situar a partir de 1661 y con anterioridad a 1679 la gran reforma
que sufre el edificio y que le otorgó en gran medida su aspecto actual. Ello es
palpable de manera especial en el patio, que ya había sido fechado en ese
siglo, y en la fachada a la calle San Ildefonso. En ambas zonas los sencillos
enmarques con orejetas de los vanos superiores resultan, en este sentido, típicos
de la arquitectura local de la época.
Pero Francisco
Ponce de León y Trujillo no se contentó con una reforma integral de la vieja
vivienda de Pedro de Vera “El Bermejo”. También plantea una ampliación a través
de la compra de inmuebles anexos. En su citado testamento alude a la compra a Pedro
de Gallegos el 15 de marzo de 1667 de “unas cassas chicas junto a dichas mis
cassas principales” y puntualiza que “estas cassas están yncorporadas y unidas
con dichas mis cassas principales, que las compré con ese yntento”[26]. Cuando
en 1681 se hace el inventario y partición de los bienes quedados por la muerte
de su segunda esposa se aclara que este inmueble “se agregó a el molino de
asseite y se hiso cocheras en ellas”[27].
En la
correspondiente escritura de venta de esta casa se constata que Francisco Ponce
de León y Trujillo aún vivía en la Cruz Vieja por esa fecha[28]. El
traslado se produce en fechas cercanas a su segundo matrimonio, con Leonor
Luisa Núñez de Prado. Desde, al menos, 1673 lo encontramos ya como vecino de la
collación de San Mateo, “junto a la plaça del Mercado”[29].
En su reiterado
testamento hace referencia a “unas casas vodegas y almasenes en la plaza del Mercado
que yo e labrado” y que adquiere en 1676[30]. En
el inventario de bienes por la muerte de Leonor Luisa Núñez de Prado también se
mencionan estas bodegas y almacenes “que están en la plaza del Mercado y serco
de las cassas principales”[31].
Creemos que se corresponden con el edificio que aún persiste anexo al palacio,
justo a la entrada a la calle San Blas. Llama la atención que dentro de él el
inventario recoja 200 arrobas de lana y 200 cascos de bota con 1500 arrobas de
vino “de todos géneros y parte de él binagre”[32].
En el inventario de bienes realizado el 4
de diciembre de 1730 tras el fallecimiento de su hijo Juan Ponce de León y
Trujillo se citan “las cassas, bodegas, almasenes, assesorias y estancia plasa
del Mercado y calle de las Cavesas”. Después de la correspondiente partición
este conjunto pasa a ser propiedad de la hija de Juan, Leonor Ponce de León[33].
Francisco
Ponce de León y Torres, hijo y hermano, respectivamente, de los anteriores,
continuaría con la adhesión de nuevos inmuebles. Al testar hace alusión a la
compra el 20 de mayo de 1733 de “unas casas de Sebastián Guerra y Doña Juana de
Torres Durán su muger que fueron ataonas en la plaza de el Mercado las quales
yo e labrado y mejorado y lindan con mi molino de azeite que está dentro de las
casas de mi morada y por otro lado con casas de Doña Leonor Ponce de León mi hermana […] y es mi voluntad […] queden
vinculadas para siempre jamás agregadas a las casas de mi morada y anden
siempre juntas”[34].
En el
testamento de su hijo, el ya referido Pedro Esteban Ponce de León, que se fecha
en 1753 y que otorga su viuda, se menciona que “la casa que havía sido de Blas
Guerra linde de las principales plaza del Mercado havía sido voluntad de el
dicho señor don Francisco Ponce Torres su padre que todo quedase unido con los
vienes que dicho mi marido poseía con el gravamen de haber de dar quartos
decentes para su avitasión a las señoras doña Elvira y doña María Ponce de León
y Auñon hermanas hijas del dicho señor”[35].
Suponemos
que esta casa, resultado de las referidas adquisiciones anteriores, puede
identificarse con el actual número 1 de la plaza del Mercado, inmueble, hoy
lamentablemente ruinoso, que puede situarse en esa época, como demuestra su deteriorada
portada, con la típica moldura mixtilínea dieciochesca.
Posiblemente
de fechas no muy lejanas sea el vistoso balcón de la esquina entre calle San
Blas y San Ildefonso, aunque no han aparecido referencias documentales
explícitas al mismo. No obstante, la intervención más llamativa que sufre el viejo
edificio en el Setecientos será, sin duda, la adaptación de una parte de este
como parroquia provisional tras el terremoto de Lisboa de 1755 y la consecuente
ruina y posterior reconstrucción de la iglesia de San Mateo. A la muerte de
Pedro Esteban Ponce de León, su viuda Catalina Ponce de León contrae matrimonio
con Luis Ponce de León Morla y Cerda, quedando su suegro, y padre de este
último, Francisco Ponce de León y de la Cerda, como tutor de la hija de Pedro y
Catalina, Hipólita, heredera y propietaria de la casa. Padre e hijo,
pertenecientes a la línea de los Marqueses del Castillo del Valle, serán los
responsables de las obras necesarias para la apertura de esta capilla. Sobre
todo ello se hacen eco diversos documentos y una lápida conservada en el jardín
de la vivienda. De esta manera, se habilitaría una sala para templo y otras
estancias para “capilla del sagrario y pila bautismal con los agregados de
sachristía y quartos para asistencia de los ministros precisos de la yglecia”.
Por parte de los Ponce se corrió con “todos los gastos que se hizieron en la
fábrica de la portada, campana y adornos de esta capilla”, además de los costes
ocasionados por la esplendorosa inauguración[36].
Esta portada, abierta a la calle San Ildefonso y que daría acceso directo a
esta parroquia provisional por el jardín o patio trasero de la casa, es el
único elemento arquitectónico que parece perdurar del conocido como “San Mateo
el Chico”. Es un curioso ejemplar decorado con la característica moldura
mixtilínea del momento y una serie de motivos figurativos, como temas
eucarísticos y pasionistas, y que incorpora una espadaña en su remate (ilustración 2).
2. Fachada lateral de la casa de la calle San Blas |
La
capilla fue inaugurada con gran solemnidad y brillantez el 15 de febrero de
1756 y continuó al culto público tras la vuelta de la parroquia a su sede en
1758. De este modo, en agradecimiento por las “considerables cantidades”
invertidas en ella, el cardenal arzobispo de Sevilla, atendiendo a la petición que
hizo Francisco Ponce de León, como tutor de Hipólita Ponce de León, dio
licencia el 2 de junio de 1758 para erigir en su casa “oratorio público, en que
pueda celebrarse el Santo Sacrificio de la misa, y en los días de fiesta se
haga a la hora de las doze, lo que será de gran beneficio a la vecindad por no
haberla en dicha parroquia y padecer los feligreses desconsuelo”. Se permite
además que Hipólita y sus sucesores “puedan tener y fabricar la tribuna o
tribunas que dispusiesen” y “derecho de Patronato, con toda su estención y
facultades, y la de poder erigir y nombrar capellán”[37].
La que
pasaría a llamarse capilla de San José nos consta que siguió abierta hasta
mediados del siglo XIX, conservándose documentación de las sucesivas prórrogas
de licencia de uso dadas por el arzobispado hispalense desde 1774 a 1849[38].
2. La casa de los Ponce de León frente a Santa María de Gracia
De los tres inmuebles
que tratamos en este estudio, es este el que ha despertado más atención por
parte de los historiadores del arte, desde los primeros acercamientos formales
de Sancho de Sopranis en los años treinta del pasado siglo XX hasta las más
recientes aportaciones de las últimas décadas, entre las que destaca el
artículo monográfico de Romero Bejarano publicado en 2016[39].
Se trata
de una construcción muy heterogénea, algo que queda patente tanto en la planta
como en los alzados. A lo largo de los siglos ha sufrido diversas
transformaciones, parte de las cuales serán estudiadas en este trabajo partiendo
de documentación inédita. Estas reformas fueron borrando o enmascarando la
edificación primitiva bajomedieval. En este sentido, aunque se ha sugerido la
posibilidad de un origen islámico[40],
si damos por válida la información aportada por Fray Esteban Rallón, habría que
suponer que el inmueble inicial se levantó por iniciativa real[41]. De
este modo, dicho autor afirma que con motivo de la estancia del rey Enrique IV
en la ciudad en 1456 “fabricó las casas de su habitación en la parroquia de San
Lucas, enfrente del convento de las Monjas de Gracia, de que después hizo
merced á Esteban de Villacreces” e incluso añade que desde este edificio
construyó “pasadizo a la misma parroquia”[42].
También Rallón nos dice que el referido monarca en 1464 le hizo donación a
Esteban de Villacreces de estas “casas reales que fuera de el Alcázar tenía en
esta Ciudad”[43]. En ello insiste
Bartolomé Gutiérrez, quien explica que esta merced real se relaciona con la concordia
entre Villacreces y su cuñado Beltrán de la Cueva por la disputa de la
propiedad de Jimena, aclarando que las casas eran las “de enfrente de García de
Jerez que fueron de su Real aposentamiento”[44].
En su testamento,
fechado el 7 de junio de 1502, Esteban de Villacreces informa de que todos sus
bienes fueron adquiridos durante su matrimonio con Leonor de la Cueva. Incluye
en ellos “las casas de mi morada que son en la collación de Sant Lucas de esta
dicha Ciudad todas como agora están” y que lega a su hijo Francisco[45].
Puede
considerarse que el núcleo más antiguo del palacio lo constituye la zona donde
se ubica el patio principal. Orientadas cada una de sus cuatro esquinas a los
cuatro puntos cardinales, en el lado sureste, que forma la actual fachada
lateral a la calle Sor Ángela de la Cruz, se observan dos torres que han
llamado la atención de algunos autores[46].
Aunque su aspecto parece alterado y, quizás por ello, sobresalen escasamente ahora
en altura de dicha fachada, serían vestigios de un edificio fortificado, algo
comprensible tanto si llegó a ser residencia real, como en el caso confirmado
de su condición de residencia de un personaje destacado de Jerez en la violenta
época de las banderías[47]. Tras
el actual enlucido se adivina un potente muro de cantería y algunos arcos hoy
cegados. Volveremos más adelante a mencionar estas torres, que serán llamadas
en la documentación del siglo XVI con la denominación de “tirasoles”.
Fue
precisamente la vinculación de los Villacreces con el bando de los Ponce de
León lo que termina desembocando en un enlace de una nieta de Esteban de
Villacreces con un miembro de aquella poderosa familia. En efecto, Juana de
Villavicencio, hija de Francisco de Villacreces y de la Cueva y de Luisa de
Villavicencio Zurita, contraerá matrimonio con Francisco Ponce de León. Tras la
prematura muerte de Juana en 1522, se concierta un nuevo enlace entre Francisco
Ponce de León y María de la Cueva, prima de la anterior[48].
Las
noticias más tempranas sobre la existencia de obras en la casa se encuentran en
la fundación de un vínculo sobre ella por parte de Luisa de Villavicencio en
1519. En la escritura se asegura, sin dar mayores detalles, que, tras la muerte
de su marido en 1511, había hecho gastos "en edificios y reparos"
dentro de la vivienda[49].
3. Ventanal esquinado de la casa frente al convento de Santa María de Gracia |
La llegada
de Francisco Ponce de León a la casa supuso que se iniciara una reforma para
adaptarla a los gustos renacentistas, a imitación, posiblemente, de sus
parientes los Enríquez de Ribera, pioneros en la implantación de la nueva
estética en Sevilla, ya que debemos resaltar que Francisco era cuñado de
Perafán de Ribera, Marqués de Tarifa[50]. Sobre
estas obras contamos con la valiosa información aportada por Romero Bejarano
que demuestra que por iniciativa del referido caballero se llevan a cabo
diversos trabajos entre los años 1536 y 1537. Con total seguridad, se hace el
célebre ventanal esquinado (ilustración 3)
y una serie de estancias en torno a él. De este modo, hay constancia en 1536 de
ciertos contratos de compra y transporte de piedra con destino tanto al
interior como al exterior del edificio. Para ello, se acude a dos canteras
diferentes, la de la sierra de San Cristóbal y la de Martelilla. De la primera
se trae sillares para la construcción de arcos, según interpreta Romero
Bejarano[51]. De la segunda, cuya
piedra era de mayor calidad, se sabe con exactitud que el destino fue la
referida ventana y ocho columnas, estando probado también el hecho de que las
obras estaban a cargo entonces del arquitecto Fernando Álvarez[52].
Todo estaría concluido en 1537, año que está inscrito en el propio ventanal y
en el que además se concierta con el pintor Alonso Sánchez la ornamentación pictórica
“de obra romana” que se aplicó a paredes interiores sobre la ventana, “el
enmaderado” encima de la misma y un entresuelo situado debajo, en la “escalera por
donde suben a lo nuevo”. Así, se crearon una serie de estancias de marcado carácter
suntuoso pues se especifica que se haría un amplio uso del oro en estas
decoraciones[53].
Más
controvertidas son las interpretaciones sobre la cronología del patio, cuyo
lenguaje formal resulta más arcaizante y su ejecución más tosca respecto al
ventanal. Estas circunstancias fueron advertidas ya por Sancho de Sopranis,
quien además vio dos fases dentro de la construcción de las dos arcadas. La
orientada al suroeste sería la más antigua, mostrando como elementos
diferenciadores más evidentes los baquetones helicoidales, sobre unos ábacos
que son también más goticistas, así como los escudos esculpidos sobre los
capiteles de las columnas, donde no figura el blasón de los Ponce de León. Para este historiador, esta galería habría
que situarla entre 1502, año en el que entra en posesión de la casa el
matrimonio de Francisco Villacreces y Luisa de Villavicencio Zurita, pues aparece
ya el escudo de ésta, y no antes de 1528, cuando era una realidad la unión
entre Francisco Ponce de León y María de la Cueva[54]. Como
ha afirmado Romero Bejarano, esta explicación resulta un tanto contradictoria,
ya que no se tiene en cuenta que el escudo de los Ponce pudo estar ya presente
en el patio con motivo del enlace anterior de Francisco con Juana de
Villavicencio. En cualquier caso, sí hay que admitir que en la segunda galería,
la noroeste, repitiendo el diseño general de la anterior, se observa una tímida
evolución, con incorporación de elementos decorativos renacentistas, aún
plasmados con tosquedad, eliminándose los baquetones helicoidales, además de
aparecer en las columnas ya la heráldica de los Ponce de León.
Por
tanto, la teoría de Sancho de Sopranis, aunque confusa y matizable, permite
suponer dos fases constructivas, tal vez no excesivamente separadas en el
tiempo, y sobre todo puede justificar que al menos el comienzo de este patio se
efectúe con anterioridad y por diferentes manos respecto a la ventana
esquinada, en la cual coincidimos con Sancho en que interviene un escultor “muy
superior” y más avanzado que los más modestos canteros que trabajan en el
patio, si bien la atribución que hace del ventanal a Cristóbal Voisin puede
juzgarse un tanto gratuita[55].
Por su
parte, para Romero Bejarano, patio y ventanal se hacen a la vez y bajo una
misma dirección, la de Fernando Álvarez. En este sentido, interpreta que parte
de la piedra comprada en 1536 estuvo destinada al patio[56]. No
obstante, hay que advertir en relación a las columnas, que ni el número ni el
material, piedra martelilla, se corresponden con las que hoy ostenta el patio.
No podemos descartar tampoco que parte de la piedra a la que aluden los
contratos fuera destinada a otras estancias de la casa en torno a la ventana
esquinada, que ya dijimos que se levantaron en este momento. En este sentido, habría que preguntarse si es
posible relacionar las obras citadas por Luisa de Villavicencio en 1519 con el
patio o, al menos, con una primera fase del mismo, hipótesis que creemos que
merece ser valorada.
La reforma renacentista ideada por
Francisco Ponce de León quedó lamentablemente inconclusa. Esto es patente tanto
en la abrupta interrupción de las arcadas del patio para la continuación de las
dos galerías restantes, como en la fachada a la calle Juana de Dios Lacoste, en
cuyo segundo cuerpo se observan los enjarjes de los sillares dispuestos para la
prolongación del muro. La causa de esta interrupción parece estar en las discrepancias
entre Ponce de León y su suegra, Luisa de Villavicencio, la cual seguía siendo
la propietaria de la casa. Las desavenencias estuvieron relacionadas con el
crecido costo que alcanzaron las obras, algo que queda de manifiesto de manera
llamativa en el testamento de ésta, otorgado el 13 de mayo de 1546[57].
En esta última voluntad Luisa de
Villavicencio fundaba otro vínculo sobre las casas de su morada a favor de Luis
de Villavicencio, hijo de Francisco Ponce de León y de su sobrina María de
Villavicencio, ya por entonces también difunta. Se especifica en el documento que
en ese momento el inmueble tenía “por linderos de la una parte casas que fueron
de Manuel de Carmona cambiador que Dios aya e ahora son de su mujer e hijos e
por las otras partes las calles reales”[58],
lo que demuestra que ya por entonces ocupaba el palacio buena parte de la
manzana en el que se inserta y que veremos que ocupará en su totalidad a partir
del siglo XVIII. Pero lo que más nos interesa ahora es la alusión al hecho de
que tras la boda de Francisco Ponce de León y María de Villavicencio aquél
había “labrado e edificado en las casas de mi morada que vinculé e metí en el
dicho mi mayorazgo. Estas espresas y gastos que en la casa a fecho a sido de
mayor número e cantidad e más eçesibos que yo quisiera, solo por la voluntad
del señor don Francisco”[59].
Y más adelante establece que
“todos los demás gastos
que en las dichas casas a fecho o hiziere aquellos los aya e suceda en ellos el
sucesor e llamado a mi mayorazgo en el caso contenido en esta claúsula sin le
satisfacer ni pagar al dicho señor don Francisco ni a sus herederos cosa alguna
porque quiero que se compense los gastos de la dicha casa con las rentas que el
dicho señor don Francisco avrá llevado deste mi mayorazgo e bienes vinculados
de los quales yo le pudiera justamente privar e deponer de ellos también. Como está
dicho, aquellos gastos están fechos por voluntad del dicho señor don Francisco,
más que por la mía e tiene muncho e passó de lo que yo quisiera que en ellos se
hiziera e gastara”[60].
Pero además de
la insistencia en este reproche, Luisa de Villavicencio decide dar una serie de
indicaciones al sucesor de su mayorazgo en relación a posibles futuras obras en
la casa:
“a
tener e sostener las dichas casas deste mi mayorazgo que en él se declara tratándolas
e reparándolas bien por manera que antes vaya a más e no vengan a menos e no
edificando sobre los edificios viejos otros edificios que sean más que tejado,
especialmente en la sala que está par de los tirasoles. Y que si otro edificio
sobre la dicha sala se quisiere hazer, que sean más que tejado sin pilares”[61].
Al parecer, la expresión “tirasoles” parece aludir a las
torres antes citadas[62], siendo
significativo que se las sitúe en lo que llama “edificios viejos”, lo que viene
a justificar su origen medieval.
El testamento de Francisco Ponce de León,
fechado en 1554, no aporta más información sobre la casa. Sin embargo, entre
los datos que podemos resaltar de este documento está el nombramiento entre sus
albaceas del comendador Pedro de Benavente Cabeza de Vaca[63].
Se trata de otro personaje destacado de la Jerez de la época y promotor de otra
reforma renacentista sobre un edificio de origen medieval, el Palacio de Camporreal,
en el que se creó un complejo programa iconográfico humanista en su patio,
comparable al del ventanal de Ponce de León. No es extraño que Francisco Ponce
de León llegara a tener una estrecha relación de parentesco con el comendador
puesto que concertó el matrimonio de sus hijos Luis y Francisca con sendos
vástagos de Benavente[64].
Se trata de una circunstancia interesante por el posible intercambio de ideas intelectuales
y estéticas que pudo existir entre los dos patricios[65]. Ambos
compartieron, de hecho, una similar concepción espiritual, de cierto sentido
erasmista, como se observa en la prohibición que Ponce y Benavente hacen en sus
respectivos testamentos de que se llevara luto por su fallecimiento[66].
Un rechazo de la vanidad y un sentido positivo de la muerte que habrían de quedar
plasmados, precisamente, en la inscripción de la ventana esquinada de nuestro
palacio: “VANITAS VANITATUM ET OMNIA VANITAS. OMNIA PRETEREUNT PRETER AMARE
DEUM”[67].
Tras fallecer sin descendencia Luis, la
sucesión del mayorazgo recayó en su hermano Nuño, que sabemos que dicta su
última voluntad en 1599[68]. No
hay constancia de que ninguno de ellos prosiguiera con la renovación emprendida
por su padre sobre la vieja construcción de origen medieval. Habrá que esperar
a la primera mitad del siglo XVII para que se acometan importantes obras en la
casa. Por entonces habitaban en ella el hijo y sucesor de Nuño Ponce de León,
también llamado Luis, y su nieto Francisco Jerónimo. El testamento de Francisco
Jerónimo Ponce de León, otorgado en 1643, nos va a aportar una valiosa
información al respecto:
“declaro que deseando reparar
y aumentar las casas principales del mayorazgo que posee Don Luis Ponce de León
mi señor y mi padre, como inmediato susesor en ellas y sus mayorazgos, por
estar deterioradas y amensando gran ruina gasté así en el reparo del cuerpo principal,
que se venía a pique, como acrecentando el cuerpo de la casapuerta alto y baxo,
rexas, puertas y ventanas y los aposentos del primer patio y almasén que está
sobre ellos, como el de aseite que está en el patio, del poso del servisio de
las mujeres, mass cantidad de seis mil ducados que todos pasaron y se
destribuyeron por mano del dicho Don Luis Ponce de León, mi señor y mi padre,
de mi caudal propio en aumento y reparo presiso de las dichas casas”[69].
Del texto anterior
podemos concluir que la iniciativa y la financiación de la obra partieron del
citado Francisco Jerónimo, aunque fuese ejecutada por su padre, quien, por
cierto, le sobrevivió. Se trataba, además, de una reparación del que denomina “cuerpo
principal”, que identificamos con la zona ya intervenida de manera parcial por
Francisco Ponce de León. Pero, por otro lado, se habla de acrecentar “el cuerpo
de la casapuerta alto y baxo”, expresión que hay que suponer que hace alusión a
la zona de acceso al edificio, donde se sitúa la portada. Esta parte del
palacio parece efectivamente un añadido y responde, con claridad, en su fachada
a la estética de la primera mitad del siglo XVII, debiéndose fechar a partir de
ahora antes de 1643.
Así lo manifiesta la
referida portada que sigue esquemas propios de esa época. De dos cuerpos, la
puerta de entrada se encuentra enmarcada por una moldura de las denominadas de
orejetas. A cada lado de la misma hay una pilastra dórica sobre la que se
asienta un fragmento de entablamento. Encima, un nuevo friso con ménsulas de
tradición manierista, que son empleadas con similares diseños en edificios de
la zona en este momento, como vemos en Jerez en la obra de los hermanos Domingo
Fernández Calafate y Antón Martín Calafate[70].
El segundo cuerpo corresponde con el balcón, que sigue parecida sobriedad. El
vano se rodea por una geométrica ornamentación moldurada a base de círculos y
se remata por un frontón curvo partido en tres partes, que es el elemento de
mayor dinamismo del conjunto (ilustración
4).
4. Portada de la casa frente al convento de Santa María de Gracia |
Manuel Ponce de León Villavicencio, hijo
de Francisco Jerónimo, se caracterizó por su religiosidad. Eso se deja sentir
en el propio edificio, al que le incorpora un oratorio privado. Esto lo
manifiesta en su testamento, fechado el 22 de noviembre de 1689 y en el que
establece la agregación “por vía de vínculo a las casas principales de mi
morada el oratorio que en ellas e fecho y labrado y todas las piesas alaxas que
en él están”[71]. Un oratorio donde, por
cierto, pide que se conserve, estableciendo además que quede vinculada a la
casa, “una lámina pequeña de cobre con la efixie del santo excehomo la qual era
de soror Theresa de Jesús María, Relijiossa y fundadora que fue del convento de
nuestra señora de la Merced Descalsa en la ciudad de Arcos de la Frontera, mi tía,
hermana lexítima de Don Francisco Gerónimo Ponce de León, cavallero del horden
de Calatrava, mi padre”[72]. La
necesidad de conservar con la debida veneración esta milagrosa pintura, con la
que asegura que tuvo diálogos místicos esta monja, se convirtió quizás en una
motivación para habilitar este oratorio. Un espacio donde Manuel Ponce de León
manda que una vez fallecido a su “cuerpo presente se digan […] todas las missas
que se pudieren selebrar”[73].
A mediados del siguiente siglo tenemos
referencia a una ampliación del palacio mediante la cual los Ponce debieron de
hacerse con la totalidad de la manzana donde este se ubica, quedando separado por
calles de las casas aledañas por todos sus lados. Así, el 20 de junio de 1757
Francisco Antonio Ponce de León y de la Cueva, hijo de Manuel Ponce de León Villavicencio,
compra una casa colindante con la suya “en el sitio que nombran el Baño Viejo”
y que “hacen esquina con la calle real”[74].
Esta anexión corresponde con la actual parte trasera del inmueble, que sufrirá
una profunda remodelación décadas más tarde, como vamos a ver seguidamente.
Años antes de finalizar el siglo XVIII la
situación del edificio parece que era deficiente en algunas de sus partes lo
que obligó a su entonces propietario, Manuel del Calvario Ponce de León y
Zurita, nieto del anterior, a abordar unas obras que vinieron a reedificar
algunas dependencias de la casa, así como a reformar la fachada principal. En
este caso sí tenemos la suerte de contar con el nombre del arquitecto que
acomete las obras. El elegido para esta reforma fue José de Vargas[75].
El 16 de marzo de 1796 se firma escritura
de imposición de tributo otorgada por Manuel del Calvario Ponce de León y
Zurita y el procurador José Roldán, como curador ad litem de su hijo menor e
inmediato sucesor de sus vínculos, Manuel Ponce de León. En este documento se
manifiesta, en primer lugar, que el 22 de abril de 1795 fue presentado en el
juzgado del corregidor de la ciudad un pedimento por el que se indicaba que
Manuel del Calvario Ponce de León era poseedor de dos vínculos. Por un lado, el
fundado por Francisco Ponce de León y su mujer María Enríquez de Silva, del que
existía una cantidad disponible de 89352 reales que pertenecía al mismo, y, por
otra parte, el fundado por Luisa de Villavicencio sobre las casas principales
de su morada, que ya conocemos. El documento específica que en estas casas
“se necesitan sacar de simientos las
cavallerisas antiguas, las cocheras y una de las salas principales, que
bisiblemente amenasaban ruina; cuio reparo no admitía la menor dilasión; y para
su costo, y el de otras piesas que forsosamente habían de sentir movimiento con
la obra de las antedichas, como tamvién para el de su cuerpo alto ensima de
dichas cocheras, indispensables para el principal servisio de la casa, paresía
preciso, regular y muy conveniente […] que aquella cantidad se imbirtiera en
este objeto ”.
De este modo, se solicita la declaración
de una serie de testigos que informaran de la necesidad de la obra y de su
conveniencia para ambos vínculos, además del nombramiento de un perito para
valorar el costo de los trabajos[76].
Así, el 23 de abril de 1795 se suceden
declaraciones de una serie de albañiles, Pedro de Soto, Manuel de Vargas y
Vicente de Soto, los cuales inciden en la necesidad de emprender la obra con
cierta prontitud para evitar mayores daños[77].
Al día siguiente se produce la testificación de José de Vargas, quien asegura
que las casas estaban “la mayor parte de ellas ruinosas y deterioradas, siendo
por ello indispensable hacer una obra de consideración en ellas”, que valora en
más de 100000 reales[78].
Concedida la preceptiva licencia del
corregidor, fueron ejecutadas “las obras y reparos pretendidos con intervención
del arquitecto Don Josef de Vargas, invirtiendo en ellas la cantidad
depositada, y mucho más”. El documento incluye unas cuentas muy detalladas. Por
ellas sabemos que los trabajos duraron 181 días, desde el 7 de abril al 14 de
octubre de 1795[79]. El costo ascendió,
finalmente, a 95801 reales y 26 maravedíes, cantidad que se distribuyó de la
siguiente manera:
- Piedra: 11655 reales
y 8 maravedíes.
- Cal y arena: 6246
reales y 9 maravedíes.
- Yeso: 5311 reales y
28 maravedíes.
- Canales: 1783 reales
y 17 maravedíes.
- Ladrillos: 7908
reales.
- Madera: 23865 reales
y 4 maravedíes.
- Clavos: 840 reales y
32 maravedíes.
- Cerrajería: 2868
reales y 3 maravedíes.
- Jornales de albañilería y carpintería: 33438 reales.
- Utensilios para la
obra: 1884 reales[80].
Cada uno de estos aspectos queda desgranado en las
cuentas, aportándonos más detalles. Por ejemplo, dentro del apartado de piedra
se distingue entre cantos, sillares, cantillos, basa, ripios o medios.
Asimismo, se recogen el costo de los tres “pilares de piedra dura para la
formación de los arcos”[81].
En cuanto a la cerrajería, se citan tres rejas para la cuadra, dos para el
almacén y cuatro balconcillos[82].
Por último, en la sección dedicada a los jornales, se va desgranando los
sueldos recibidos por el aparejador de la obra, los oficiales de albañilería,
el maestro carpintero, sus oficiales y hasta el guarda de la obra. De ninguno
de ellos se da nombres. Solo se nombra al “Maestro Arquitecto don Josef de
Vargas”, el cual recibió un honorario de 1800 reales. Igualmente y para acabar,
se añade aquí el valor de unos elementos singulares: “un resto de treinta y
cinco y media carretadas de piedra para las cornisas, embasamentos, pedestales
y encapitelado” y “quatro remates”, cuyos importes fueron de 568 y 360 reales,
respectivamente[83].
Algunos meses después de concluidas las
obras se nombran a dos apreciadores, Juan Pedro Chanfredo, maestro de
albañilería, y Luis Argüelles, maestro de carpintería. El 16 de febrero de 1796
declaran “haber visto una caballeriza de dos nabes para caballos de regalo;
otras para ganado de labor; un pajar de tres nabes; un almasén para granos; dos
salas; y dos dormitorios sobre dicho almasén, techos nuevos en las cocheras y
un almasén encima de la sala principal; desbaratar los techos, hacerlos nuevo
cresiendo sus paredes y a la antesala lo mismo, y un atezonado, o sielo razo
con moldura por debajo; en la fachada, cornisas de piedra y remates, y un
apretilado correspondiente”[84].
La reforma tuvo, por tanto, cierta entidad,
aunque afectara especialmente a partes secundarias del edificio. Es
precisamente en la zona trasera que da a la antigua calle Baño Viejo (hoy Jesús
de las Tres Caídas), que ya vimos que sufrió una ampliación casi cuarenta años
atrás, donde pueden aún identificarse las sencillas estructuras arquitectónicas
que debieron de cumplir la función de caballerizas, almacenes o cocheras, estancias
que menciona el documento. Pero el elemento de mayor significación formal lo
constituye el pretil que se levanta sobre la fachada que sirve de acceso
principal al palacio. La potente cornisa y el antepecho, articulado por cuatro
resaltes moldurados a modo de pedestales para jarrones o “remates”, aportaron a
la sobria fachada levantada en la primera mitad del siglo XVII una elegante
terminación al gusto neoclásico entonces vigente.
El ilustrado Manuel del Calvario Ponce de
León y Zurita, que contó en su extensa biblioteca[85]
con títulos de autores vinculados a la corriente academicista, como el Marqués
de Ureña o Antonio Rafael Mengs[86], vivió
directamente por su condición de veinticuatro una actuación muy similar sobre
las Casas Capitulares en 1789, en este caso con la agregación de una
balaustrada que venía a rematar la construcción renacentista. Incluso sabemos
que formó parte de una comisión para valorar un proyecto de ampliación del
edificio municipal que estaba por esos mismos años precisamente a cargo de José
de Vargas[87]. Recordemos que éste fue
el primer arquitecto titulado por la Academia de San Fernando que ejerce en
Jerez y uno de los introductores del nuevo estilo en la ciudad. Asimismo, no
debemos olvidar que Vargas levanta por ese tiempo para unos parientes de Manuel
del Calvario Ponce de León, los Zurita, la fachada principal del Palacio de
Camporreal, que aparece coronada por un pretil que muestra grandes afinidades de
diseño con el de la casa de los Ponce.
3. La casa de los Ponce de León en la Cruz Vieja
En 1878, en el libro Hombres ilustres de la ciudad de Jerez de la Frontera de Parada y
Barreto, al tratar la figura de Francisco Ponce de León, apodado “El Caribe”,
se afirma de éste que “tenía sus casas
en Jerez, en la Cruz Vieja, y había estado casado con una hija de D. Lorenzo de
Fuentes, noble y rico hacendado de aquel tiempo”[88].
Pomar Rodil y Mariscal Rodríguez identifican esta vivienda con nuestro edificio
y realizan el primer análisis formal del mismo, llegando a atribuir sus trazas
al arquitecto Antón Martín Calafate[89]. El
más reciente estudio sobre esta casa se debe a De los Ríos Martínez, que hace
un acercamiento estilístico en el que se apuesta asimismo por esa autoría[90].
La información aportada por Parada y
Barreto permite reconstruir el origen del inmueble, aunque haya que advertir las
incorrecciones que comete este autor en la biografía del supuesto propietario del
mismo, al atribuirle ciertos hechos que en realidad se refieren a un nieto
homónimo que vivió en pleno siglo XVIII, errores que ya señaló Moreno de Guerra
en 1913[91].
La cronología del edificio nos la aporta
una inscripción situada en la fachada principal y que permite suponer la
finalización de las obras en 1646. La iniciativa de levantarlo no partió de la
estirpe que estamos estudiando, sino de los Lorenzo, cuyo escudo heráldico
preside dos lugares de especial relevancia, como son el balcón sobre la puerta
de entrada, el primer patio y la bóveda de la escalera principal. Merece la
pena que insistamos en este asunto ya que dichas armas han sido confundidas de
manera insistente con las de los Ponce. El hecho de que las heráldicas de ambos
apellidos incluyan un león rampante ha dado lugar a esta confusión, pese a que
existen sensibles diferencias entre ellas y pese a que de manera significativa
ya en el siglo XVIII se colocó en la fachada de la casa, a un lado del escudo
de los Lorenzo, el de los Ponce de León, algo innecesario y reiterativo, si
ambos hubieran hecho referencia a un mismo linaje. Nos saca de dudas un manuscrito
dieciochesco sobre “los caballeros del apellido Lorenzo establecidos en la
ciudad de Xerez de la Frontera”. En él se afirma que “traen por escudo de sus
armas un león rampante de oro sobre rojo, con una palma en las manos y sobre
ondas de la mar azuladas y plata, en orla roja, 8 aspas de oro”[92],
descripción que coincide con las de los blasones localizados en nuestra casa.
Pero, como en los dos casos que hemos
tratado en epígrafes anteriores, esta pasó a ser propiedad de los Ponce de León
a través del matrimonio de un miembro de la familia con la hija del primer
dueño documentado de la casa. En este caso, el promotor de su construcción fue Juan
Lorenzo de Fuentes, suegro de un personaje que ya conocemos, Francisco Ponce de
León y Trujillo.
Por el testamento de Juan Lorenzo de
Fuentes y su posterior partición de bienes, documentos fechados en 1665,
sabemos que fue propietario, entre otros inmuebles, de “las casas de nuestra
morada linde de casas de herederos de Pedro Franco de Gallegos y hasen esquina
a la calle de Casón; y otras casas
asesorias a ella pequeña en dicha calle de Casón, asesorias a la cochera por un
lado y por otro puerta falsa de las casas principales”[93].
5. Fachada principal de la casa de la Cruz Vieja |
Desafortunadamente, la documentación no
aporta ninguna pista sobre la autoría de las trazas. La atribución a Antón
Martín Calafate (1582-1659) se puede fundamentar tanto en argumentos
cronológicos, como estilísticos. De este modo, en la fachada a la plaza de la
Cruz Vieja los remates de los balcones laterales recuerdan a soluciones
empleadas por el arquitecto en la sacristía del convento de Santo Domingo
(1629) y la torre de la iglesia de la Victoria (1639-1642) (ilustración 5). Esta última también posee en su ático una peculiar
decoración de “ajedrezado” que vuelve a repetirse en la casa, en concreto en la
portada interior que sirve de comunicación entre los dos patios. No obstante,
debe resaltarse que el sentido decorativo y el mayor avance hacia soluciones
barrocas que se observa en el balcón central y en la vistosa bóveda que cubre
la escalera contrastan con las construcciones conocidas de Martín Calafate (ilustración 6). Por otro lado, no
podemos pasar por alto que la vivienda forma un conjunto unitario junto a los
números 13 y 15 de la misma Cruz Vieja, concebidos con toda seguridad por un
mismo tracista y levantado por unos mismos años, constituyendo “los ejemplos
más monumentales de arquitectura civil del siglo XVIII” en Jerez, como se ha
llegado a defender[94].
En este sentido, el propio testamento de Lorenzo de Fuentes nos informa del que
suponemos que sería el promotor de la edificación de la vecina casa nº 15, Pedro
Franco de Gallegos.
6. Bóveda de la escalera de la casa de la Cruz Vieja |
Por las escrituras citadas se constata que de la
unión de Juan Lorenzo de Fuentes con su prima Ana Lorenzo de Fuentes tuvieron
como única hija a Luisa Leonor Lorenzo de Fuentes. Ésta contrae matrimonio con el
referido Francisco Ponce de León y Trujillo, firmándose las capitulaciones matrimoniales
en 1652. De esta unión nacieron dos niñas, Mariana y Juana Josefa. Luisa Leonor
fallece tempranamente, otorgando testamento en 1658.
En su propio testamento Francisco Ponce
de León informa que vivió en la collación de San Miguel durante 19 años[95],
suponemos que desde su matrimonio en 1652 hasta, aproximadamente, 1671. Por
tanto, se mantendrá viviendo en la casa tras la muerte de su mujer y su suegro,
apareciendo como vecino de la Plaza de la Cruz Vieja en diversos documentos,
como cuando en 1666 dona una lámpara de plata para el Cristo del Calvario[96].
No obstante, no podemos olvidar que por esos años consigue la propiedad de la
casa de los Ponce en la calle San Blas, motivo por el cual terminaría mudándose
a la collación de San Mateo, donde vivía ya, al menos, en 1673. Ese mismo año
otorga la escritura de capitulaciones matrimoniales con motivo de la boda de su
hija primogénita, Mariana Ponce de León, con Francisco Luis Ponce de León. Francisco
Ponce de León y Trujillo da por dote 20000 ducados vinculados. Hay que decir
que en las citadas capitulaciones matrimoniales de Luisa Leonor Lorenzo de
Fuentes sus suegros, Juan y Ana Lorenzo de Fuentes, se habían obligado ya a
imponer esa misma cantidad en bienes raíces para la creación de un vínculo a cuya
sucesión llamaron a Luisa Leonor y a sus descendientes. Asimismo, por el
testamento de Juan Lorenzo de Fuentes dejó a voluntad de su yerno la elección
de esos bienes, que aún en 1665 no habían sido vinculados. Por tanto, es ahora
cuando ese vínculo se materializa y para ello Francisco Ponce de León y
Trujillo asigna precisamente “las cassas principales que fueron morada de los
dichos señores don Juan Lorenzo y su mujer que son en la collación de San
Miguel desta cuidad y plaça de la Cruz Biexa”[97].
A partir de entonces la casa pasa a
formar parte de los mayorazgos de la línea de los Marqueses del Castillo del
Valle. No obstante, ni la pareja formada por Francisco Luis y Mariana Ponce de
León, ni las dos generaciones posteriores que heredarían dicho vínculo,
aparecen viviendo en la Cruz Vieja, sino en la collación de San Lucas, en
concreto en sus “casas principales” situadas en la calle Jabonería, frente al convento
de Santa María de Gracia. Así consta por los testamentos de Francisco Luis
Ponce de León[98], de su hijo Luis
Francisco Ponce de León[99] y
de su nieto Francisco Ponce de León y Cerda. Es en la última voluntad de
este último, otorgada en 1771, donde volvemos a encontrar datos de interés
sobre la casa. De este modo, nos informa de que tras la ruina del inmueble
anexo a la misma, ubicado en la calle Cazón y propiedad también de los Ponce,
decidió agregar “el citio que ocupavan a las casas principales de este vínculo
de la calle de la Cruz Vieja y quedó incorporado en ellas”[100].
En 1805 por el testamento del hijo del
anterior, Luis Ponce de León y Cerda, que sí aparece viviendo en la casa, volvemos
a conocer más detalles sobre las obras acometidas por su padre en la que había
pasado a ser la vivienda familiar:
“también
mejoró la vinculación fabricando de simientos bodegas y almacenes con puerta a
la calle de Casón, en un suelo yermo que pertenecía a el expresado vínculo, y
estaba incorporado en las casas principales calle de la Cruz Vieja”[101].
Por
tanto, aunque la casa muestra, en líneas generales, cierta unidad formal, la
documentación demuestra que por iniciativa de Francisco Ponce de León y Cerda
se acomete una ampliación con la construcción del edificio de bodegas y
almacenes levantado en la parte trasera y con sencilla fachada a la calle
Cazón. En este sentido, tras estas mejoras su hijo Luis Ponce de León y Cerda
decide trasladar la residencia familiar a ella. No contamos con una cronología
exacta para estas obras pero ya se habrían acometido en 1771. A estos años, hacia
el tercer cuarto del Setecientos, corresponderían los dos escudos labrados en
piedra que se colocan en los laterales del balcón principal, orlados de la
característica decoración de rocalla del momento y que representan las armas de
los apellidos del promotor de estas reformas, Ponce de León a la izquierda y De
la Cerda a la derecha.
Finalmente, dentro de una estética ya
neoclásica y en fechas no anteriores a finales del siglo XVIII se realiza la
transformación de la puerta principal y balcón superior.
[1] Sobre las banderías en Jerez
ver: MORENO DE GUERRA Y ALONSO, Juan. Bandos
de Jerez. Los del puesto de abajo. Madrid: Talleres Poligráficos, 1929. SANCHO DE SOPRANIS, Hipólito. Historia de Jerez de la Frontera desde su
incorporación a los dominios cristianos. Jerez de la Frontera: Centro de
Estudios Históricos Jerezanos, 1964, pp. 209-236. RUIZ PILARES, Enrique José.
“Lealtad, traición, matrimonios y juegos de cañas. Los enfrentamientos
«banderizos» de la élite jerezana bajomedieval”. En: SANTIAGO PÉREZ, Antonio
(coord.). Siguiendo el hilo de la
Historia. Nuevas líneas de investigaciones archivística y arqueológica. Jerez
de la Frontera: Ediciones La Presea de Papel, 2013, pp. 97-138.
[2] Muy aclaratorio sobre las
distintas líneas de los Ponce de León presentes en Jerez es el árbol
genealógico incluido junto al testamento de Luis Francisco Ponce de León e Isabel
María de la Cerda Ponce de León fechado el 1 de noviembre de 1712: Archivo de
Protocolos Notariales de Jerez de la Frontera (APNJF), tomo 2289, oficio 16,
escribano Melchor de Mirabal y Medina, año 1712, f. 117. Además de la serie de
artículos sobre esta familia que escribió Moreno de Guerra y que citamos en las
próximas páginas, ver también: DÍEZ PONCE DE LEÓN, Rafael. Reseña genealógica de los Ponce de León. Sevilla: Fabiola de
Publicaciones Hispalenses, 2005.
[3] AROCA VICENTI, Fernando. “La parroquia de San Mateo de Jerez
de la Frontera en el siglo XVIII: obras y restauraciones”. Revista de Historia de Jerez, 1999, nº 5, pp. 8-9. AROCA VICENTI, Fernando.
“La parroquia y el barrio de San Mateo en el siglo XVIII”. En: JIMÉNEZ LÓPEZ DE
EGUILETA, Javier E. (ed.). La parroquia
de San Mateo de Jerez de la Frontera. Historia, arte y arquitectura. Murcia:
Universidad de Murcia, 2018, pp. 404-408.
[4] SANCHO DE SOPRANIS, Hipólito.
“La arquitectura jerezana en el siglo XVI”. Archivo
Hispalense, 1964, nº 123, p. 15.
[5] POMAR RODIL, Pablo Javier y
MARISCAL RODRÍGUEZ, Miguel Ángel. Jerez. Guía artística y monumental.
Madrid: Sílex, 2004, pp. 95-96.
[6] ROMERO MEDINA, Raúl y ROMERO
BEJARANO, Manuel. “«Un lugar llamado Jerez». El maestro Alonso Rodríguez y sus
vínculos familiares y profesionales en el contexto de la arquitectura del
tardogótico en Jerez de la Frontera”. En: JIMÉNEZ MARTÍN, Alfonso (ed.). La Catedral después de Carlín. Actas de la
XVII Aula Hernán Ruiz. Sevilla: Taller Dereçeo, 2010, pp. 267-268.
[7] MORENO DE GUERRA, Juan. “Los
Ponce de León”. Revista de Historia y de
Genealogía Española, 15 de noviembre de 1912, nº 10, pp. 472-481; MORENO DE GUERRA, Juan.
“Los Ponce de León (continuación)”. Revista
de Historia y de Genealogía Española, 15 de diciembre de 1912, nº 11, pp.
511-520; MORENO DE GUERRA, Juan. “Los Ponce de León (conclusión)”. Revista de Historia y de Genealogía Española,
15 de enero de 1913, nº 12, pp. 543-560.
[8] APNJF, tomo 2563, oficio 5,
escribano Juan Ponciano de Arguello, año 1753, f. 337v.
[9] MORENO DE GUERRA, Juan: “Los
Ponce de León (continuación)”, pp. 516-520.
[10] Archivo Municipal de Jerez de la
Frontera (AMJF), Fondo Pilar Ponce de León (PPL), legajo 1, expediente 13, s/f.
[11] AMJF, PPL, legajo 49, expediente
1508.
[12] SANCHO DE SOPRANIS, Hipólito.
“Un período oscuro de la vida de Pedro de Vera”. Revista de Historia, 1947, nº
79, p. 322. Se
refiere a él con los siguientes términos: “personaje de peso en la vida de la
ciudad, alcaide de Estepona, comendador de Santiago, abanderizado en la facción
de los Ponces y fundador de la capilla de los de su linaje en la iglesia
conventual del monasterio de San Francisco el Real […]. Hombre de carácter
enérgico, cuando no violento, los enlaces femeninos de su rama, tanto ascendente
como descendente, colocaron a ésta en situación más ventajosa […] y le permitieron gozar desde su juventud
de una regiduría perpetua —transformada después en veinticuatría—, que le daba
asiento en el consistorio jerezano”.
[13] Este testamento fue ya citado
en: SANCHO, Hipólito. San Francisco el
Real de Jerez de la Frontera en el siglo XV. Notas y documentos para su
historia. Madrid: Archivo Ibero-Americano, 1945, pp. 33-34.
[14] ROMERO MEDINA, Raúl y ROMERO
BEJARANO, Manuel. “Un lugar llamado Jerez”, p. 192.
[15] Ibid., pp. 267-268.
[16] Sobre la Torre de Riquelme y su
relación con dicha familia ver: BEJARANO GUEIMÚNDEZ, Diego, GUTIÉRREZ
LÓPEZ, José María, MORENO ARANA, José Manuel, REINOSO DEL RÍO, Mª Cristina y LÓPEZ JIMÉNEZ, Jesús. “La Puerta de Rota:
nueva propuesta de ubicación”. Revista de Historia de Jerez, 2019, nº
22, pp. 96-98.
[17] AMJF, PPL, legajo 1, expediente
13, s/f.
[18] Ibidem.
[19] Siguiendo a Moreno de Guerra, el
hijo de Francisco Ponce de León e Isabel Riquel, también llamado Eutropio Ponce
de León, así como sus descendientes habitaron a lo largo del siglo XVI la casa
situada “en el Mercado a la Puerta de Rota”. De este modo, allí también
aparecen viviendo su hijo Francisco y su nieto Diego, del que desciende la
línea de los Marqueses del Valle. Sin embargo, los sucesores de Diego Ponce de
León figurarán ya residiendo en la calle Jabonería a raíz de la unión con la
familia Dávila, como veremos: MORENO DE GUERRA, Juan. “Los Ponce de León
(conclusión)”, pp. 543-560.
[20] Esta información se encuentra en
la documentación relacionada con los dos pleitos que a continuación se
mencionan.
[21] AMJF, PPL, legajo 49, expediente
1508, s/f.
[22] AMJF, PPL, legajo 1, expediente
37, s/f.
[23] APNJF, tomo 2089, oficio 16,
escribano Melchor de Mirabal y Medina, año 1688, f. 219
[24] APNJF, tomo 1788, oficio 2,
escribano Gómez de Trujillo, año 1661, ff. 273-275.
[25] APNJF, tomo 2089, oficio 16,
escribano Melchor de Mirabal y Medina, año 1688, f. 220.
[26] Ibid., f. 220v.
[27] AMJF, PPL, legajo 49, expediente
1527, s/f.
[28] APNJF, tomo 1851, oficio 16,
escribano Gabriel Ramírez de Arellano, año 1667, ff. 78-80.
[29] Como tal aparece en una
escritura de capitulaciones matrimoniales que otorga con motivo de la boda de
su hija Mariana Ponce de León: APNJF, tomo 1904, oficio 16, escribano Gabriel
Ramírez de Arellano, año 1673, f. 53.
[30] APNJF, tomo 2089, oficio 16,
escribano Melchor de Mirabal y Medina, año 1688, f. 69.
[31] AMJF, PPL, legajo 49, expediente
1527, s/f.
[32] Ibidem.
[33] APNJF, tomo 2351, oficio 16,
escribano Melchor de Mirabal y Medina, año 1730, s/f.
[34] APNJF, tomo 2526, oficio 2,
escribano Diego Bartolomé Palmero, año 1750, f. 168v.
[35] APNJF, tomo 2563, oficio 5,
escribano Juan Ponciano de Arguello, año 1753, f. 340.
[36] Sobre todo lo anterior ver:
AROCA VICENTI, Fernando. “La
parroquia de San Mateo de Jerez de la Frontera en el siglo XVIII”, pp. 8-9.
AROCA VICENTI, Fernando. “La parroquia y el barrio de San Mateo en el siglo
XVIII”, pp. 404-408.
[37] AMJF, PPL, legajo 48, expediente
1450, s/f.
[38] AMJF, PPL, legajo 48,
expedientes 1439-1448, s/f.
[39] A nivel general ver: RÍOS
MARTÍNEZ, Esperanza de los. “Arquitectura civil jerezana en el siglo XVII”. Páginas. Revista de Humanidades, 1991,
nº 6, pp. 55-56. LÓPEZ CAMPUZANO, Julia. “La casa-palacio de los Ponce de León
en Jerez de la Frontera”. Anales de
Historia del Arte, 1991, nº 3, pp. 39-52. AGUAYO COBO, Antonio. “Vanitas
vanitatum (Estudio iconológico del ventanal de Ponce de León)”. Revista de Historia de Jerez, 2004, nº
10, pp. 81-98. SANCHO, Hipólito. Introducción
al estudio de la arquitectura en Xerez. Estudio introductorio a cargo de
Fernando López Vargas-Machuca. Jerez de la Frontera: Peripecias Libros,
2015, pp. 86-89. ROMERO BEJARANO, Manuel. “Notas sobre la construcción del
palacio de Ponce de León”. En: PÉREZ MULET, Fernando (dir.) y AROCA VICENTI,
Fernando (coord.). Nuevas aportaciones a
la Historia del Arte en Jerez de la Frontera y su entorno. Cádiz: Universidad
de Cádiz y Asociación Jerezana de Amigos del Archivo, 2016, pp. 157-173. GUERRERO
VEGA, José María, PINTO PUERTO, Francisco, ROMERO BEJARANO Manuel y RUIZ
PILARES, Enrique José. “La reforma del Palacio Ponce de León de Jerez de la
Frontera (S. XVI)”. Lexicon: storia e
architettura un Sicilia, 2021, Speciale nº 2, pp. 225-236.
[40] ROMERO BEJARANO, Manuel. “Notas
sobre la construcción del palacio de Ponce de León”, p. 157.
[41] Se incide en ello en: GUERRERO VEGA, José María, PINTO PUERTO, Francisco, ROMERO BEJARANO Manuel y RUIZ PILARES, Enrique José. “La reforma del Palacio Ponce de León de Jerez de la Frontera (S. XVI)”, pp. 225-229.
[42] RALLÓN, Fray Esteban. Historia de la ciudad de Xerez de la
Frontera y de los reyes que la dominaron desde su primera fundación, tomo
III. Jerez de la Frontera: Melchor García Ruiz, 1892, pp. 184 y 228.
[43] Ibid., p. 311.
[44] GUTIÉRREZ, Bartolomé. Historia de las antigüedades y memorias de
la M. N. y M. l. Ciudad de Xerez de la Frontera, libro cuarto. Jerez de la
Frontera: Melchor García Ruiz, 1887, p. 49.
[45] Se encuentra protocolizado en: APNJF,
tomo 2285, oficio 22, escribano Juan Sánchez Barata, año 1719, f. 168v.
[46] ROMERO BEJARANO, Manuel. “Santas cosas son llamadas los muros”. La arquitectura militar en Jerez durante el
siglo XVI. Jerez de la Frontera: Ayuntamiento de Jerez, 2008, pp. 132-133.
[47] De hecho, el propio Rallón nos
da la interesante noticia de que, años antes de la entrega del edificio por
parte de Enrique IV a Villacreces, éste levantó otra casa fortificada que
despertó las reticencias del cabildo municipal: “Antes que comenzasen las
controversias de Esteban de Villacreces con su cuñado, parece ser que estaba
haciendo una casa principal para su morada en Xerez, con algún género de
fortaleza más que lo ordinario; hizo la ciudad reparo en ello y lo impidió; él
proseguía con la otra, y dió cuenta de ello á el Rey, pidiéndole licencia para
proseguirla, y tuvo cédula, en que le hace esta merced” (RALLÓN, Esteban. Historia de la ciudad de Xerez de la
Frontera, p. 281).
[48] FERRADOR, Martín. El libro del Alcázar. Memorias antiguas de
Jerez de la frontera ahora impresas por primera vez. Jerez de la Frontera: Ateneo
Jerezano, 1939, pp. 139 y 146-147.
[49] AMJF, Fondo Pilar Ponce de León,
legajo 22, expediente 678, f. 4. Sobre la fecha de la muerte de Francisco de
Villacreces: AMJF, Fondo Pilar Ponce de León, legajo 22, expediente 694.
[50] RIVAROLA Y PINEDA, Juan Felix
Francisco de. Monarquía española, blasón
de su nobleza [...] Parte primera.
Madrid: Alfonso de Mora, 1736, pp. 72-73. Se han puesto de relieve ciertas
afinidades urbanísticas entre el palacio jerezano y la Casa de Pilatos en: GUERRERO
VEGA, José María, PINTO PUERTO, Francisco, ROMERO BEJARANO Manuel y RUIZ
PILARES, Enrique José. “La reforma del Palacio Ponce de León de Jerez de la
Frontera (S. XVI)”, p. 228.
[51] ROMERO BEJARANO, Manuel. “Notas
sobre la construcción del palacio de Ponce de León”, p. 158.
[52] Ibid., p. 159. Ver también:
GUZMÁN OLIVEROS, Natividad y ORELLANA GONZÁLEZ, Cristóbal. “El palacio
renacentista de Riquelme (Jerez de la Frontera, 1542)”. Revista de Historia de Jerez, 2001, nº 7, pp. 71 y 73.
[53] ROMERO BEJARANO, Manuel. “Notas
sobre la construcción del palacio de Ponce de León”, pp. 159-160.
[54] SANCHO, Hipólito. Introducción al estudio de la arquitectura
en Xerez, pp. 88-89.
[55]
También incluye la
atribución a Voisin en: SANCHO DE SOPRANIS, Hipólito: “Del Viejo Jerez.
Historia y arte. Cristóbal Voisin, maestro entallador”. El Guadalete, 17 de noviembre de 1932.
[56] ROMERO BEJARANO, Manuel. “Notas
sobre la construcción del palacio de Ponce de León”, p. 160.
[57] APNJF, tomo 237, oficio 1,
escribano Francisco Román de Trujillo, año 1546, ff. 478-489.
[58] Ibid., f. 483.
[59] Ibid., f. 487v.
[60] Ibid., ff. 487v-488.
[61] Ibid., f. 488v.
[62] El término también se utiliza en
1542 para aludir a la torre o mirador de la Casa de los Pinelo de Sevilla,
según se interpreta en: BARRERO ORTEGA, Pedro y GÁMIZ GORDO, Antonio. “La Casa
de los Pinelo en Sevilla según un texto de 1542”. En: AGUSTÍN-HERNÁNDEZ, Luis,
CERVERO SÁNCHEZ, Noelia y SANCHO MIR, Miguel (coords. y eds.). El patrimonio gráfico. La gráfica del
patrimonio. XVII Congreso Internacional de Expresión Gráfica Arquitectónica. Zaragoza:
Universidad de Zaragoza, p. 97.
[63] AMJF, PPL, legajo 12, expediente
369, s/f.
[64] FERRADOR, Martín. El libro del Alcázar, pp. 147-148.
[65] Sobre Benavente y su casa ver:
ROMERO BEJARANO, Manuel. Maestros y obras
de ascendencia portuguesa en el Tardogótico de la Baja Andalucía. Tesis
doctoral. Sevilla: Universidad de Sevilla, 2014, pp. 154-160. MINGORANCE RUIZ
José Antonio. “Bases económicas de la aristocracia bajomedieval: el
veinticuatro jerezano Pedro Benavente Cabeza de Vaca”. Archivo hispalense, 2017, tomo 100, nº 303-305, pp. 97-129.
[66] Sobre este asunto en relación a
Benavente y a otros miembros de la aristocracia jerezana del momento se ha
llamado la atención en: MORENO ARANA, Juan Antonio. Un episodio cultural de Jerez de la Frontera en el siglo XVI. Los
libros del bachiller Diego de Aguilocho. Madrid: Bubok Publishing, 2019,
pp. 119-121.
[67] De este movimiento espiritual también parece participar la suegra de Ponce de León, Luisa de Villavicencio, como expresa en las invocaciones de su citado testamento.
[68] APNJF, tomo 986, oficio 3,
escribano Fernando de San Miguel, año 1599, 5 de enero, f. roto.
[69] APNJF, tomo 1595, oficio 13,
escribano Juan Vigo de Arenas, año 1643, f. 124.
[70] Sobre Martín Calafate ver: RÍOS
MARTÍNEZ, Esperanza
de los. Antón Martín Calafate y Diego Moreno Meléndez en la arquitectura
jerezana del siglo XVII. Cádiz: Universidad de Sevilla y Universidad de
Cádiz, 2003, pp. 181-237.
[71] APNJF, tomo 2094, oficio 6,
escribano Juan Gómez Rendón, año 1689, f. roto.
[72] Ibid., f. roto.
[73] Ibid., f. 349.
[74] AMJF, PPL, legajo 22, expediente
706, s/f.
[75] Sobre este arquitecto ver:
REPETTO BETES, José Luis. La obra del
templo de la Colegial de Jerez de la
Frontera. Cádiz: Diputación Provincial, 1978, pp. 195-196. AROCA VICENTI,
Fernando. Estudios para la Arquitectura y
Urbanismo del siglo XVIII en Jerez. San Fernando: La Voz de San Fernando,
1989, pp. 21-23. AROCA VICENTI, Fernando. Arquitectura
y Urbanismo en el Jerez del siglo XVIII.
Jerez de la Frontera: Centro Universitario de Estudios Sociales, 2002,
pp. 72-80. AROCA VICENTI, Fernando. “Sobre arquitectura pública durante el
siglo XVIII en Jerez”. En: RÍOS MARTÍNEZ, Esperanza de los. I Jornadas de Historia del Arte en Jerez de
la Frontera: Arquitectura y diseño de la ciudad desde el siglo XVI hasta Isabel
II. Jerez de la Frontera: Asociación Jerezana Amigos del Archivo, 2014, pp.
127-128.
[76] APNJF, tomo 2946, oficio 2,
escribano Francisco Ramos Obregón, año 1796, ff. 16-17.
[77] Ibid., ff. 31v-34.
[78] Ibid., ff. 34v-35
[79] Ibid., f. 45.
[80] Ibid., f. 46.
[81] Ibid., ff. 39-40.
[82] Ibid., ff. 44-45.
[83] Ibid., f. 45.
[84] Ibid., ff. 49v-50.
[85] Sobre la interesante figura de
este culto personaje y su biblioteca, que superaba la considerable cifra de 900
títulos, ver: MORENO ARANA, Juan Antonio. Oligarquía
y lectura en el siglo XVIII. La biblioteca de Manuel del Calvario Ponce de León
y Zurita, regidor de Jerez de la Frontera (1794). Madrid: Bubok, 2014.
[86] Ibid., p. 32.
[87] Sobre estas obras sobre el
edificio del Cabildo ver: AROCA VICENTI, Fernando. “Las Casas Capitulares de
Jerez de la Frontera en la segunda mitad del siglo XVIII: obras y reformas”. Archivo Hispalense, 1995, nº 239,
Volumen 78, pp. 129-144. La participación de Ponce de León en el proyecto de
ampliación en: MORENO ARANA, Juan Antonio. Oligarquía
y lectura en el siglo XVIII, p. 10, nota 10.
[88] PARADA Y BARRETO, Diego Ignacio.
Hombres ilustres de la ciudad de Jerez de
la Frontera: precedidos de un resumen histórico de la misma población.
Jerez de la Frontera: Imprenta del Guadalete, 1878, pp. 374-375.
[89] POMAR RODIL, Pablo Javier y
MARISCAL RODRÍGUEZ, Miguel Ángel. Jerez. Guía artística y monumental,
pp. 208-209.
[90] RÍOS MARTÍNEZ, Esperanza de los.
“La arquitectura doméstica de Jerez en el siglo XVII”. En: RÍOS MARTÍNEZ,
Esperanza de los. I Jornadas de Historia
del Arte en Jerez de la Frontera, pp.
82-83, 88 y 90-91. Con anterioridad, la misma autora mencionó escuetamente esta
casa y la relacionó con el “círculo de Diego Moreno Meléndez” en: RÍOS
MARTÍNEZ, Esperanza de los. “Aproximación a la arquitectura doméstica en el
Jerez en el siglo XVII”. Trivium, 1997,
nº 9, p. 297.
[91] MORENO DE GUERRA, Juan. “Los
Ponce de León (conclusión)”, pp. 552-553. Asimismo, vemos que Parada y Barreto
confunde el apellido Lorenzo con el nombre de pila del suegro de Francisco
Ponce de León.
[92] Fue publicado su contenido en:
EISMAN LASAGA, Carmen. “Documentos para el estudio de los Lorenzo de Mendoza,
de los que desciende Manuel Sancho de Bahamonde y Lorenzo, quien instaló
oratorio privado en sus casas de Jaén y Lopera”. Boletín del Instituto de Estudios Ginennenses, 2001, nº 177, p. 85.
Agradecemos, por otro lado, a D. Manuel Carlos Ordás de Aranda que nos
informara de la existencia de las armas de los Lorenzo en el escudo del abad de
orígenes jerezanos Esteban Lorenzo de Mendoza y Gatica que aparece en la
fachada del palacio abacial de Alcalá la Real.
[93] AMJF, PPL, legajo 49,
expedientes 1520 y 1523, s/f.
[94] POMAR RODIL, Pablo Javier y
MARISCAL RODRÍGUEZ, Miguel Ángel. Jerez. Guía artística y monumental, p.
208.
[95] APNJF, tomo 2089, oficio 16,
escribano Melchor de Mirabal y Medina, año 1688, f. 193.
[96] AMJF, PPL, legajo 3, expediente
88, s/f.
[97] AMJF, PPL, legajo 49, expediente
1523, f. 3.
[98] APNJF, tomo 2270, oficio 16,
escribano Melchor de Mirabal y Medina, año 1709, f. 179.
[99] APNJF, tomo 2289, oficio 16,
escribano Melchor de Mirabal y Medina, año 1712, f. 117.
[100] APNJF, tomo 2713, oficio 9,
escribano Francisco Fernández Gutiérrez, año 1771, f. 74.
[101] APNJF, tomo 3046, oficio 5,
escribano Cristóbal González Barrero, año 1805, f. 19v.
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