domingo, 12 de julio de 2015

VIRGEN DE LA LUZ


Publicado en: JIMÉNEZ LÓPEZ DE EGUILETA, Javier E. y POMAR RODIL, Pablo J. (coord.): Limes Fidei750 años de cristianismo en Jerez, Diócesis de Asidonia-Jerez, Jerez de la Fra., 2014, pp. 260-261, ISBN 978-84-697-1928-2. 



Parroquia de San Marcos de Jerez de la Frontera.
Atribuida a Ignacio López, hacia la segunda década del siglo XVIII.

Esta escultura se veneró en un principio en el Colegio de la Compañía de Jesús de Jerez. Fue titular de una congregación laica que estuvo establecida en él y de la que tenemos datos escasos pero llamativos. En primer lugar, sorprende la condición femenina de sus integrantes. Así lo prueba la documentación originada en la ciudad con motivo de la expulsión de los jesuitas de 1767. De este modo, cuando varios años más tarde, en 1770, se decide repartir los diferentes retablos e imágenes del templo entre distintas iglesias jerezanas, son las marquesas de la Mesa de Asta y Camporreal, que ostentaban entonces los cargos de prefecta y tesorera, respectivamente, las que reclaman la imagen y su altar. Esta petición conllevó una investigación sobre la congregación que permitió averiguar que fue fundada en 1674, que se dedicaba a la celebración de ejercicios espirituales y que desde 1759 se encontraba en estado de postración. Finalmente, se decretó que su retablo fuera entregado a la parroquia de San Mateo, donde aún hoy se conserva, quedando ocupado por una talla de San Blas. En cuanto a la Virgen de la Luz, tras una fugaz estancia de un par de meses en San Mateo, se ordenó que fuera retirada de la veneración pública, siendo llevada de nuevo al edificio del antiguo colegio jesuítico. Ese mismo año el gobierno de Carlos III había prohibido, de hecho, en toda España el culto a la “Madre Santísima de la Luz”, devoción que había tenido su origen en Sicilia en el primer cuarto del siglo XVIII y que fue difundida durante el segundo tercio del setecientos por los jesuitas en España y América como presunta oposición a la “luz engañosa de la razón ilustrada”. A sus supuestas motivaciones ideológicas se unió una iconografía que fue considerada contraria al dogma católico por la Congregación de Ritos de la Curia Romana en 1742 y en la que María sobrepasaba su carácter de intercesora pues sacaba directamente de las llamas del infierno a un condenado. En cualquier caso, es importante destacar que la obra que estudiamos, aunque llegara a ser identificada con ese heterodoxo culto, ofrece una representación iconográfica claramente diferente y, como hemos visto, perteneció a una congregación creada con anterioridad a la aparición y difusión de esa devoción mariana en nuestro país. Por otro lado, en algún momento posterior que no podemos precisar se decidió devolver la talla jerezana al culto, trasladándose a la aledaña parroquia de San Marcos, que es donde se halla en la actualidad.

Las fechas antes señaladas de 1674 y 1759, relativas a la creación y entrada en decadencia de la referida congregación, nos pueden permitir delimitar cronológicamente la realización de su Virgen titular. Un lapso temporal que podemos precisar teniendo en cuenta que poco después de la fundación su sede sufre un devastador incendio que conllevó la construcción de una nueva iglesia, inaugurada en 1704. Creemos que es dentro del contexto de la decoración del templo a lo largo de las primeras décadas del siglo XVIII donde hay que situar con más exactitud la ejecución de la Virgen de la Luz. Unas fechas que se corresponden con la etapa final de actividad del escultor al que la hemos atribuido, Ignacio Francisco López (Sevilla, 1658 - El Puerto de Santa María, 1718), artista que se instala en la vecina ciudad de El Puerto hacia 1680 y que trabajó hasta su muerte para toda la comarca. En Jerez quedan gran cantidad de piezas que siguen su estilo, entre ellas, el San Ignacio de la parroquia de Madre de Dios, que proviene igualmente de la iglesia de la Compañía.

La figura representa a la Virgen erguida y portando tendido sobre sus brazos al Niño Jesús. Adelanta el pie izquierdo en actitud sutil de caminar y ofrecer a su Hijo, el cual muestra la intención de fundirse en un abrazo con el espectador. Esta original iconografía podría estar inspirada en la escena de la Presentación de Jesús en el Templo, o de la Purificación de la Virgen, que se produce a los cuarenta días del Nacimiento de Cristo. Concretamente recordaría el momento en el que Simeón toma en brazos al Niño y exclama: “han visto mis ojos tu salvación, la que has preparado a la vista de todos los pueblos, luz para iluminar a los gentiles y gloria de tu pueblo Israel” (Lucas 2, 30-32). La comparación de Cristo con la luz que se hace en este pasaje bíblico podría explicar, desde nuestro punto de vista, la propia advocación mariana, que poco tiene que ver, al menos originalmente, con la aludida devoción surgida en Italia con la que luego esta imagen fue asociada. Tampoco puede ignorarse el hecho de que la Virgen de la Luz es venerada en algunos lugares de España y América como protectora de las embarazadas, algo que, además de justificar la elección de esta representación iconográfica, estaría muy en consonancia con el carácter femenino de la congregación jerezana.

Hay que resaltar que las descripciones que poseemos del propio siglo XVIII, a través de los documentos relativos a la expulsión de los jesuitas, nos la muestran siempre en su altar como escultura exenta, sin formar parte de ningún grupo escultórico. Por tanto, pensamos que esa acertada conexión, física y mística, con el fiel que contempla la obra fue buscada de forma deliberada por su autor. La teatralidad del conjunto es, efectivamente, una característica habitual en Ignacio López. Los modelos femenino e infantil están asimismo en correspondencia con otros trabajos documentados y atribuidos a este artista. Entre los confirmados, pueden citarse los atlantes del retablo de Ánimas de la Prioral de El Puerto (1680) o la Virgen Niña de la Santa Ana de la Parroquia de la Oliva de Lebrija (1695). Entre los atribuidos, es muy evidente el parecido con la Virgen del retablo de la Encarnación de la iglesia de San Francisco de Jerez, con la que comparte idéntico tipo físico y un vibrante tratamiento del manto perfilando su silueta. No son menores las analogías con la Virgen de la Aurora de la parroquia de San Francisco de Arcos de la Frontera, que sabemos que ya existía en 1718 y fue donación de un clérigo de Jerez llamado Juan de Sosa. Esta última posee un acabado polícromo análogo al de la Virgen de la Luz. Es posible que en ambas interviniera el mismo dorador, tal vez Antonio de Escuda (Sanlúcar de Barrameda, h. 1683 - Jerez de la Frontera, 1756), uno de los mejores policromadores locales del momento. El estofado es muy rico, sobre todo en la túnica, de un complejo diseño asimétrico donde se combinan naturalistas motivos florales a punta de pincel con esgrafiados, que llegan a formar unas características redes de rombos y quedan resaltados por picados de lustre. Por último, en la vuelta del manto se sigue un procedimiento habitual en la policromía del setecientos, como es la técnica de la corladura.  


FUENTES DOCUMENTALES Y BIBLIOGRÁFICAS:

AHMJF, legajo 117, expediente 3586, pieza 229.
AHMJF, legajo 117, expediente 3591, pieza 215.
Enrique Giménez López, “La devoción a la Madre Santísima de la Luz: un aspecto de la represión del jesuitismo en la España de Carlos III”, Revista de Historia Moderna, nº 15 (1996), pp. 213-231.
Francisco de Mesa Ginete, Historia sagrada y política de la muy noble y muy leal ciudad de Tarteso, Turdeto, Asta Regia, Asido Cesariana, Asidonia, Gera, Jerez Sidonia, hoy Jerez de la Frontera, tomo II, Jerez de la Frontera, Imprenta de Melchor García Ruiz, 1888.
José Manuel Moreno Arana, “La difusión del barroquismo sevillano en El Puerto y su entorno: Ignacio López y Alonso de Morales”, Revista de Historia de El Puerto, nº 37 (2006), pp. 47-80.
José Manuel Moreno Arana, La policromía en Jerez de la Frontera durante el siglo XVIII, Sevilla, Secretariado de publicaciones de la Universidad de Sevilla, 2010.
José Manuel Moreno Arana, “Ignacio López en el contexto de la escultura portuense de los siglos XVII y XVIII”, Revista de Historia de El Puerto, nº 51 (2013), pp. 39-65.
José Manuel Moreno AranaEl retablo en Jerez de la Frontera durante el siglo XVIII, Sevilla, Secretariado de publicaciones de la Universidad de Sevilla, 2014.

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